
Dirigida por Lars von Trier, Ninfomanía: Segunda parte continúa la confesión de Joe, adentrándose en etapas más dolorosas, extremas y existenciales de su vida. Estrenada el mismo año que la primera parte, esta segunda mitad abandona el tono más juguetón y curioso de los inicios para explorar las consecuencias psicológicas y sociales de la compulsión sexual, convirtiéndose en un relato más crudo y perturbador.
Joe (Charlotte Gainsbourg) continúa relatando su historia a Seligman (Stellan Skarsgård), enfocándose en cómo su vida se transforma tras perder la capacidad de sentir placer. Este vacío la lleva a buscar experiencias cada vez más extremas: desde prácticas violentas hasta relaciones marcadas por el poder y la humillación. Paralelamente, su vida familiar y laboral colapsa, empujándola a convertirse en cobradora para una organización criminal. Es aquí donde Joe comienza a cuestionar su identidad, sus límites y el juicio moral impuesto por otros.
Charlotte Gainsbourg continúa con una actuación visceral, mostrando a una mujer que enfrenta sus sombras sin buscar redención fácil. Stellan Skarsgård mantiene su papel de interlocutor racional, aunque su relación con Joe evoluciona en matices inesperados. Jamie Bell destaca como K., un personaje que introduce dinámicas de dominación física y emocional que marcan profundamente la segunda mitad del relato.
Lars von Trier abandona la ligereza estilística de la primera parte para abrazar una puesta en escena más austera y directa. Los espacios cerrados, la iluminación tenue y los encuadres prolongados generan una sensación de introspección y confrontación. El ritmo es más pausado, obligando al espectador a enfrentar sin distracciones los dilemas morales y emocionales de la protagonista.
La banda sonora se vuelve más discreta, dejando que el silencio y los sonidos ambientales carguen con gran parte de la tensión. La música clásica aparece en momentos puntuales para subrayar transiciones emocionales, pero la ausencia sonora predomina, amplificando el malestar y la densidad de los temas tratados.
Ninfomanía: Segunda parte (2013) lleva la historia de Joe a territorios oscuros y complejos, alejándose de cualquier idealización del deseo. Es una obra incómoda que desafía al espectador a escuchar, reflexionar y enfrentar prejuicios. Lars von Trier concluye esta confesión cinematográfica con un final abrupto y provocador, que recontextualiza toda la relación entre narradora y oyente. Juntas, ambas partes conforman un retrato radical de la sexualidad, la culpa y la autonomía femenina.