
Dirigida por Ang Lee, Hulk (2003) fue una de las primeras adaptaciones serias del icónico personaje de Marvel antes del universo cinematográfico actual. Con un enfoque más psicológico que de acción pura, la película explora el conflicto interno de Bruce Banner, un científico marcado por un trauma familiar y una furia reprimida que lo transforma en una criatura imparable. Más que una historia de superhéroes, es un estudio sobre la dualidad humana y el peso de la herencia genética.
La trama sigue a Bruce Banner (Eric Bana), un genetista que, tras exponerse a radiación gamma durante un experimento, desata sin saberlo un poder monstruoso. Cada vez que pierde el control, se transforma en Hulk, una masa verde de fuerza bruta que representa toda la rabia y el dolor acumulado de su pasado. A medida que intenta comprender su condición, se enfrenta a su padre, David Banner (Nick Nolte), cuyo oscuro pasado científico es la clave de su transformación.
Eric Bana entrega una interpretación contenida y trágica, mostrando a un Bruce dividido entre la razón y la bestia interior. Jennifer Connelly aporta sensibilidad y equilibrio como Betty Ross, el amor que representa su conexión con la humanidad. Sam Elliott y Nick Nolte completan el reparto con fuerza dramática, dando vida a figuras paternas autoritarias que reflejan los conflictos más profundos del protagonista.
Ang Lee dota a la película de una estética única, combinando el lenguaje del cómic con una narrativa introspectiva. Las transiciones visuales inspiradas en viñetas, los encuadres múltiples y la fotografía verde-amarillenta refuerzan la sensación de que estamos dentro de una mente fragmentada. A diferencia de otras películas del género, Hulk se centra más en las emociones, el trauma y la represión que en la destrucción masiva.
La película plantea preguntas sobre la responsabilidad científica, el legado familiar y la naturaleza del control. Hulk no es un villano ni un héroe; es la manifestación física del dolor interno. Ang Lee convierte la historia en una tragedia moderna, donde la ciencia y la emoción chocan con consecuencias devastadoras. La acción, aunque contenida, se siente intensa y cargada de simbolismo.
Hulk (2003) fue una apuesta arriesgada que se adelantó a su tiempo. Más introspectiva que espectacular, ofrece una mirada adulta y filosófica sobre uno de los personajes más complejos de Marvel. Con un estilo visual atrevido, actuaciones profundas y un enfoque más humano que heroico, la película deja una huella particular dentro del género. Una obra que demuestra que incluso el monstruo más temido puede ser, en el fondo, un alma en busca de paz.