
Preston Waters es un niño de 11 años que se siente ignorado, incomprendido y sin espacio para soñar. Pero todo cambia cuando un criminal en fuga le entrega accidentalmente un cheque en blanco. Preston lo llena con la cifra de un millón de dólares… y de la noche a la mañana, se convierte en un “millonario” con casa propia, gadgets, videojuegos y una vida de lujo bajo el nombre falso de “Macintosh”.
Entre piscinas, limusinas y compras sin parar, Preston vive el sueño de cualquier niño… hasta que los verdaderos dueños del dinero comienzan a buscarlo. Lo que empezó como diversión se convierte en una carrera por mantener el secreto y aprender que la felicidad no siempre se compra.
Dirigida por Rupert Wainwright, Cheque en blanco es una de esas películas de Disney de los años 90 que mezcla travesura, emoción y un toque de lección moral. Aunque exagerada y caricaturesca, captura la fantasía infantil de tenerlo todo… y muestra que crecer también es saber cuándo parar.
Con música ligera, sonidos electrónicos y temas clásicos de comedia familiar, la película mantiene un ritmo juguetón que acompaña perfectamente las escenas de acción, compras, persecuciones y sueños cumplidos (y frustrados).
Cheque en blanco es una historia sobre deseos, excesos y descubrimiento. Una comedia ligera que nos recuerda que lo más valioso no es el dinero… sino el tiempo compartido, la confianza, y saber quién eres más allá del saldo en tu cuenta. 💳🎈