
Dirigida por Kevin Ko, Maleficio (Incantation) es una impactante película de terror taiwanesa que combina el formato de metraje encontrado con una atmósfera inquietante llena de simbolismo religioso y superstición. Inspirada en hechos reales, la cinta utiliza una narrativa fragmentada para sumergir al espectador en un viaje de culpa, fe y maldiciones ancestrales, ofreciendo una de las experiencias más perturbadoras del cine asiático reciente.
La historia sigue a Li Ronan (Tsai Hsuan-yen), una mujer que años atrás rompió un tabú religioso durante la grabación de un ritual sagrado, desatando una maldición que ahora amenaza la vida de su hija pequeña, Dodo. Mientras intenta protegerla, Ronan documenta todo en video, buscando la manera de romper la maldición. El relato alterna entre el presente y el pasado, revelando poco a poco los horrores que provocó su curiosidad y la desesperación de una madre que enfrenta lo sobrenatural.
Tsai Hsuan-yen ofrece una actuación poderosa, transmitiendo el miedo, la culpa y la angustia de su personaje con una naturalidad que potencia el realismo del relato. La joven actriz que interpreta a Dodo añade ternura y vulnerabilidad, generando un contraste emocional que amplifica el terror psicológico. Las actuaciones, combinadas con el estilo documental, hacen que el espectador sienta la historia como si fuera algo real y cercano.
Maleficio destaca por su habilidad para mezclar el horror sobrenatural con la vida diaria. El uso de cámaras caseras, grabaciones de celulares y videos de archivo crea una sensación de autenticidad inquietante. Kevin Ko construye una tensión constante sin recurrir en exceso a sobresaltos, apostando en cambio por el malestar progresivo y el peso del silencio. La atmósfera opresiva, los símbolos religiosos inventados y la sensación de culpa colectiva hacen que el miedo trascienda lo visual.
El diseño sonoro juega un papel crucial: susurros, distorsiones y cánticos rituales generan una experiencia inmersiva que atrapa al espectador. La fotografía combina tonos apagados y grabaciones granuladas para reforzar el tono documental, mientras que los escenarios —templos, túneles y espacios domésticos— contribuyen a la sensación de claustrofobia y peligro constante.
Más que una simple historia de posesión, Maleficio explora la culpa, la fe y el poder de la creencia. Su estructura en forma de “video maldito” involucra al espectador directamente, invitándolo a repetir frases y participar en rituales, borrando la línea entre ficción y realidad. Este recurso convierte a la película en una experiencia interactiva de terror psicológico, única dentro del género.
Maleficio (2022) combina la fuerza del horror folclórico asiático con una narrativa moderna y emocional. Con una dirección inteligente, interpretaciones creíbles y un uso innovador del formato de metraje encontrado, logra un equilibrio entre el miedo sobrenatural y el drama humano. Es una obra que no solo asusta, sino que deja una inquietud persistente, recordando que los peores demonios pueden ser los de la culpa y la fe.