
Dirigida por Matt Sobel, Buenas noches, mami (Goodnight Mommy) es el remake estadounidense del inquietante thriller austríaco de 2014. Protagonizada por Naomi Watts, la película combina drama psicológico y tensión familiar en un relato que explora los límites de la confianza y el miedo dentro del hogar. Con una atmósfera enrarecida y un ritmo contenido, el film propone una historia donde nada es lo que parece.
La trama sigue a dos hermanos gemelos que llegan a casa de su madre después de pasar un tiempo con su padre. Al reencontrarla, descubren que lleva el rostro completamente vendado tras una operación y que su comportamiento ha cambiado drásticamente. Distante, fría y autoritaria, la mujer parece una desconocida. Convencidos de que algo siniestro ha ocurrido, los niños deciden descubrir la verdad, desatando una serie de sospechas y revelaciones perturbadoras.
Naomi Watts entrega una interpretación contenida y ambigua, moviéndose entre la ternura y la inquietud. Su presencia domina la pantalla incluso bajo el rostro cubierto, transmitiendo la sensación constante de que oculta algo. Los jóvenes Cameron y Nicholas Crovetti aportan credibilidad y tensión al relato, construyendo una dinámica familiar que mantiene al espectador en vilo hasta el final.
El director Matt Sobel opta por una puesta en escena minimalista, con escenarios luminosos pero cargados de vacío emocional. El contraste entre la aparente calma del entorno y la creciente desconfianza en los personajes genera una tensión constante. Aunque suaviza el tono más perturbador de la versión original, esta reinterpretación busca conectar con el público desde el punto de vista emocional más que desde el horror explícito.
La banda sonora utiliza sonidos sutiles, respiraciones y silencios prolongados para reforzar la incomodidad. La ausencia de música en momentos clave acentúa la sensación de aislamiento y duda. Cada paso, cada mirada y cada puerta que se cierra contribuyen al ambiente claustrofóbico que define la película.
Buenas noches, mami (2022) es una versión más emocional que terrorífica del original, pero mantiene su esencia: el miedo a no reconocer a quienes amamos. Con una Naomi Watts en estado de gracia y una atmósfera que equilibra lo cotidiano con lo perturbador, la película ofrece un retrato inquietante de la maternidad, la pérdida y la fragilidad de la mente humana. Un susurro constante entre el amor y el terror.