
Dirigida por Howard Zieff, Mi primer beso (título original: My Girl) es una de las películas más emotivas y recordadas de los años 90. Con una mezcla de inocencia, humor y dolor, la cinta sigue el camino hacia la madurez de una niña que intenta comprender el mundo, el amor y la pérdida. Protagonizada por Anna Chlumsky y Macaulay Culkin, la película se ha convertido en un clásico que marcó a toda una generación.
La historia se centra en Vada Sultenfuss (Anna Chlumsky), una niña de once años que vive en una funeraria con su padre viudo (Dan Aykroyd). Vada es precoz, curiosa y un poco hipocondríaca, siempre rodeada por el ambiente peculiar del trabajo de su padre. Su mejor amigo es Thomas J. Sennett (Macaulay Culkin), un niño dulce, tímido y alérgico a casi todo. Juntos viven un verano lleno de descubrimientos, juegos y primeras emociones.
Anna Chlumsky ofrece una actuación natural y conmovedora como Vada, capturando la vulnerabilidad y confusión propias de la preadolescencia. Macaulay Culkin aporta encanto y sensibilidad a Thomas J., alejándose de sus papeles más cómicos para entregar uno de sus trabajos más memorables. Dan Aykroyd y Jamie Lee Curtis completan el reparto con interpretaciones cálidas que enriquecen la historia familiar.
La dirección de Howard Zieff combina humor y drama con un toque ligero, permitiendo que las emociones fluyan de manera orgánica. La estética veraniega, con escenarios pequeños, bicicletas, árboles y tardes soleadas, crea una atmósfera nostálgica que envuelve todo el relato. La película equilibra perfectamente la dulzura de la infancia con los duros aprendizajes que llegan con el crecimiento.
La música incluye temas clásicos como “My Girl” de The Temptations, que se convierte en un elemento icónico del film. Las melodías suaves y alegres acompañan el tono luminoso de la historia, reforzando los momentos de amistad y ternura, así como los pasajes más emotivos que marcaron a generaciones de espectadores.
Mi primer beso (1991) —My Girl— es una historia entrañable sobre el amor inocente, la amistad y la pérdida. Howard Zieff logra capturar la esencia de crecer: ese tránsito agridulce entre la niñez y la adolescencia. Con personajes memorables y emociones genuinas, la película sigue siendo un referente del cine familiar y un recordatorio de que algunas historias nunca dejan de conmover.