
Dirigida por Fede Álvarez y estrenada en 2024 con el título original Alien: Romulus, esta nueva entrega del universo “Alien” recupera el espíritu claustrofóbico, visceral y aterrador que definió a la franquicia desde 1979. Con una narrativa tensa, un diseño de producción impecable y una atmósfera donde cada sombra parece esconder un monstruo, Álvarez lleva al espectador de vuelta a un horror primitivo: el miedo a lo desconocido, a la criatura perfecta y al espacio como prisión infinita.
La historia sigue a un grupo de jóvenes colonos que, en busca de un futuro más prometedor, se aventuran en una estación espacial aparentemente abandonada. Lo que encuentran no es una oportunidad, sino un rastro silencioso de experimentos fallidos, puertas selladas y un peligro que late detrás de cada corredor. La ilusión de progreso se desvanece en segundos, reemplazada por un instinto básico: escapar antes de que algo los alcance.
El xenomorfo vuelve a ocupar el centro del horror, presentado con una ferocidad renovada y un enfoque más físico que digital. Sus movimientos son rápidos, impredecibles y letales; su presencia, más amenazante que en cualquier entrega reciente. Álvarez apuesta por lo tangible: efectos prácticos, maquillaje elaborado y una sensación de “criatura real” que revive la angustia de las primeras películas. Cada encuentro es una sentencia casi segura.
La estación espacial es un laberinto de pasillos estrechos, luces parpadeantes y ecos metálicos que amplifican el miedo. Álvarez utiliza el entorno como un enemigo más: puertas que no abren, ventilaciones angostas, zonas sin gravedad y salas invadidas por restos de experimentos. Todo parece vivo, pulsante y vigilante. La sensación de encierro es total, generando un terror atmosférico que recuerda al espíritu de “Alien” y “Aliens” en su mejor forma.
Los protagonistas no son soldados ni expertos en combate; son jóvenes que apenas empiezan su vida adulta, lo que aumenta el impacto emocional de cada pérdida. Sus decisiones impulsivas, sus miedos genuinos y su necesidad de apoyarse mutuamente le dan al filme un componente humano que contrasta con la brutalidad del xenomorfo. La película muestra cómo, ante el terror absoluto, la empatía y el sacrificio se vuelven armas tan importantes como cualquier tecnología.
El clímax combina acción, desesperación y una sensación de inevitabilidad que rinde homenaje a la saga original. Los últimos sobrevivientes deben enfrentar un horror que se revela aún más complejo de lo esperado, con un giro que reconfigura su misión y conecta esta entrega con el legado más profundo del universo “Alien”. Álvarez cierra la película con una mezcla de brutalidad y melancolía que deja claro que, en el espacio, nadie puede oír tus últimas palabras.