
Dirigida por Kenji Kamiyama y estrenada en 2024 con el título original The Lord of the Rings: The War of the Rohirrim, esta película animada nos transporta siglos antes de los acontecimientos de la trilogía principal para explorar la historia del rey Helm Mano Martillo y el origen del Abismo de Helm. A través de una animación poderosa y un tono profundamente épico, la cinta revela un pasado marcado por traiciones, sacrificios y batallas que definieron la identidad del pueblo rohirrim. La narrativa recupera la solemnidad y emoción propias del universo de Tolkien, ofreciendo una mirada fresca a una leyenda apenas mencionada en los libros.
La película presenta un Rohan más crudo y ancestral, donde las praderas se extienden infinitamente y las montañas parecen custodiar historias olvidadas. Las aldeas, las fortalezas de madera y los salones iluminados por antorchas transmiten una sensación de antigüedad y resistencia. La animación permite recrear el reino con una fuerza visual renovada: batallas masivas, paisajes grandiosos y una atmósfera que mezcla belleza natural con presagio de guerra. Cada rincón de la Marca respira historia y conflicto.
Helm, uno de los reyes más legendarios de Rohan, es retratado como un hombre endurecido por las pérdidas y la amenaza constante de enemigos externos. Su carácter firme, su deseo de proteger a su pueblo y la carga emocional de sus decisiones lo convierten en un protagonista trágico. La película profundiza en sus motivaciones y en la soledad que acompaña a quienes llevan la corona en tiempos oscuros. Es una figura marcada tanto por la ferocidad en batalla como por un dolor interno que define su destino.
La rivalidad entre Rohan y los clanes rebeldes alcanza su punto más crítico cuando la traición y la ambición desencadenan una guerra que nadie puede detener. La película muestra estrategias militares, asedios brutales y momentos de desesperación que ponen en riesgo la supervivencia del reino. La caída de fortalezas, las emboscadas y la tensión creciente reflejan el clima de una época donde cada decisión podía significar la extinción de un linaje. El conflicto no solo es militar: también es emocional, familiar y político.
Kamiyama utiliza un estilo visual que combina dinamismo, expresividad y respeto por el diseño icónico de la saga. Las batallas son fluidas y violentas, los gestos de los personajes transmiten gran carga emocional y la ambientación sonora amplifica cada momento crucial. El uso de sombras, luces y texturas crea una atmósfera intensa que recuerda la majestuosidad del cine de Peter Jackson, pero con una identidad propia que potencia el lenguaje de la animación.
El desenlace muestra el precio de la guerra y la manera en que el sacrificio de Helm y los suyos marcó para siempre la historia de Rohan. La película concluye con un tono solemne, reconociendo el legado del rey y explicando cómo su lucha dio origen al emblemático refugio que siglos después protegería a la Comunidad del Anillo. La guerra de los Rohirrim cierra como un homenaje al coraje, la memoria y la fuerza de un pueblo que jamás se rindió.