
Dirigida por Pedro Martín-Calero y estrenada en 2024 con el título original El llanto, esta película española se abre paso en el género del terror psicológico con una sensibilidad estética que inquieta desde su primer plano. En El llanto (2024), la historia se centra en el personaje interpretado por Ester Expósito, cuya vida se ve trastocada tras una pérdida dolorosa que parece abrir la puerta a presencias que habitan en el límite entre la vida y la muerte. Martín-Calero construye un relato donde el dolor se mezcla con lo sobrenatural, generando una atmósfera en la que cada silencio y cada sombra insinúan algo que intenta comunicarse desde el otro lado.
El personaje de Ester Expósito se enfrenta a un duelo que desarma todas sus certezas. Su fragilidad emocional se convierte en el punto de acceso para lo inexplicable: sueños extraños, sonidos que parecen seguirla, sensaciones de presencia cuando está sola. La película presenta el duelo como una grieta en la realidad, una herida por donde se filtran recuerdos, culpas y fuerzas que tal vez siempre estuvieron ahí. La vulnerabilidad humana queda expuesta con fuerza, mostrando cómo el llanto puede ser tanto un desahogo como una invocación.
El espacio doméstico que habita la protagonista se convierte en un laberinto emocional. Pasillos angostos, habitaciones apenas iluminadas y rincones donde la oscuridad parece tener peso propio refuerzan la sensación de encierro. La casa funciona como reflejo del estado interior del personaje de Ester Expósito: cargada de recuerdos, de objetos que ya no significan lo mismo y de silencios incómodos. Cada estancia sugiere que algo quedó atrapado allí, esperando el momento adecuado para manifestarse.
Lo sobrenatural se manifiesta primero como un llanto lejano, casi imposible de ubicar, que obliga a la protagonista a cuestionar su propia cordura. A medida que la trama avanza, las señales se vuelven más persistentes: apariciones fugaces, sonidos que parecen responder a sus emociones, pistas que la conducen hacia secretos enterrados. El llanto (2024) mantiene un equilibrio entre el misterio y el terror, evitando explicaciones fáciles y apostando por una revelación gradual que mezcla pasado, culpa y necesidad de verdad.
La interpretación de Ester Expósito sostiene el corazón de la película. Lejos de apoyarse solo en el impacto visual, construye un personaje lleno de matices: incrédulo, roto, desesperado por entender qué le está ocurriendo. Sus gestos contenidos, su mirada perdida y la forma en que su cuerpo parece encogerse ante cada nuevo fenómeno refuerzan la sensación de que el verdadero terror nace del dolor que arrastra. Su trabajo actoral conecta con el público tanto en España como en Latinoamérica, donde su presencia ya es ampliamente reconocida.
El desenlace de El llanto (2024) no busca el susto fácil, sino un golpe emocional que resignifica todo lo vivido. La protagonista descubre que el dolor que intentaba silenciar era también la clave para entender lo que la perseguía. Sin cerrar todas las puertas, la película ofrece una sensación de cierre íntimo, casi espiritual, que deja una huella inquietante en el espectador. El llanto, al final, no es solo símbolo de pérdida, sino de conexión con aquello que se negó durante demasiado tiempo.