
Dirigida por David Gordon Green y estrenada en 2015 con el título original Our Brand Is Crisis, Experta en crisis (2015) se adentra en el mundo despiadado de las campañas políticas modernas, donde la ética suele quedar relegada frente a la estrategia y la manipulación emocional. Ambientada principalmente en Bolivia, la película sigue a un equipo de consultores estadounidenses contratados para rescatar una candidatura presidencial condenada al fracaso. Desde el inicio, el filme deja claro que aquí la política no se trata de ideales, sino de percepción, miedo y control del relato público.
El corazón de la historia es Jane Bodine, interpretada por Sandra Bullock, una consultora política retirada que regresa al juego atraída por la posibilidad de vencer a su eterno rival. Jane es brillante, obsesiva y profundamente cínica, capaz de leer a las masas como si fueran ecuaciones emocionales. La película construye su personaje mostrando cómo su talento estratégico convive con una vida personal rota y una adicción al conflicto. Su regreso no es heroico, sino compulsivo, impulsado más por la necesidad de ganar que por convicción ideológica.
El enfrentamiento entre Jane y su némesis Pat Candy, interpretado por Billy Bob Thornton, funciona como el motor dramático del relato. Ambos representan dos caras de la misma moneda: expertos en manipular el miedo colectivo y convertir la incertidumbre en votos. Su rivalidad trasciende la campaña y se convierte en una guerra personal donde cada movimiento busca humillar y destruir al otro. La película utiliza este duelo para mostrar cómo el ego y la ambición pueden eclipsar cualquier noción de responsabilidad social.
El contexto boliviano no es solo un fondo exótico, sino un elemento clave para la reflexión política. La historia muestra cómo estrategias importadas desde Estados Unidos se aplican sin contemplaciones en un país con profundas desigualdades y tensiones sociales. Experta en crisis (2015) expone el choque cultural y el uso instrumental del miedo económico y político, evidenciando cómo las campañas pueden explotar realidades complejas sin intención real de comprenderlas. El país se convierte en un tablero donde otros juegan con consecuencias reales.
Personajes secundarios como los interpretados por Anthony Mackie aportan matices al retrato del engranaje político. A través del equipo de campaña, la película muestra distintas posturas frente al cinismo profesional: desde quienes aceptan el juego sin cuestionarlo hasta quienes empiezan a dudar del costo humano de sus decisiones. Estas grietas morales enriquecen el relato y evitan que la historia se reduzca a un simple enfrentamiento de egos, introduciendo preguntas incómodas sobre responsabilidad y conciencia.
El desenlace de Experta en crisis (2015) rehúye la celebración tradicional de la victoria. Aunque el objetivo político se cumple, el resultado deja un sabor amargo que obliga a replantear qué significa realmente ganar. La película cierra con una reflexión clara: las campañas terminan, pero las consecuencias permanecen. Jane Bodine enfrenta el vacío que deja una victoria sin ideales, consolidando a la película como un drama político incisivo, incómodo y vigente, que revela el lado más frío y calculador del poder moderno.