
Dirigida por David Yates, Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore continúa expandiendo el universo mágico de J.K. Rowling. Ambientada años antes de los eventos de Harry Potter, la película profundiza en la figura de Albus Dumbledore (Jude Law) y su complejo vínculo con el oscuro mago Gellert Grindelwald (Mads Mikkelsen). En medio de intrigas políticas, bestias extraordinarias y conflictos personales, el film intenta equilibrar la acción con el drama emocional.
Eddie Redmayne retoma su papel como el encantador magizoólogo Newt Scamander, quien, con su peculiar mezcla de timidez y valentía, lidera una misión secreta para impedir que Grindelwald tome el control del mundo mágico. Acompañado por su hermano Theseus (Callum Turner), la valiente Bunty (Victoria Yeates), el muggle Jacob Kowalski (Dan Fogler) y otros aliados, Newt se embarca en una aventura donde las criaturas mágicas vuelven a ser esenciales tanto en la trama como en el corazón de la historia.
La película alcanza sus mejores momentos cuando se centra en la relación entre Dumbledore y Grindelwald. Jude Law ofrece una interpretación contenida pero cargada de melancolía, mostrando a un Dumbledore dividido entre el deber y el afecto. Mads Mikkelsen, que sustituye a Johnny Depp, aporta una presencia fría y calculadora, transformando a Grindelwald en un villano más realista y político. Su dinámica aporta el peso emocional que la trama necesitaba.
El diseño de producción sigue siendo impecable, con escenarios que viajan desde Hogwarts hasta los Himalayas. Las criaturas mágicas, como el Qilin, el Bowtruckle y el Niffler, aportan momentos de ternura y espectacularidad visual. Sin embargo, la historia se dispersa entre demasiadas subtramas políticas, conspiraciones y personajes secundarios, lo que resta claridad al desarrollo central.
Técnicamente, el film mantiene el alto estándar visual del universo mágico: efectos especiales sobresalientes, fotografía elegante y una banda sonora envolvente compuesta por James Newton Howard. Aun así, el ritmo irregular y la falta de foco narrativo hacen que algunas secuencias pierdan fuerza. Es una película ambiciosa que brilla por momentos, pero no logra recuperar del todo la magia de sus inicios.
Los secretos de Dumbledore funciona mejor como pieza de conexión dentro de la saga que como historia independiente. Aunque entrega momentos emotivos, criaturas fascinantes y una sólida actuación de Jude Law, su estructura fragmentada y su exceso de personajes impiden que alcance su máximo potencial. Aun así, para los fans del mundo mágico, sigue siendo un viaje visualmente deslumbrante y lleno de nostalgia por Hogwarts y su legado.