
Dirigida por Sam Raimi, Arrástrame al infierno (Drag Me to Hell) marca el regreso del director al terror después de su exitosa trilogía de Evil Dead. La historia sigue a Christine Brown (Alison Lohman), una joven empleada de banco que, con la intención de impresionar a su jefe, niega una extensión de hipoteca a una anciana gitana. Lo que parecía un trámite rutinario se convierte en el inicio de una pesadilla.
Tras humillar a la anciana, Christine es maldecida con el espíritu de Lamia, un demonio que atormenta a sus víctimas durante tres días antes de arrastrarlas al infierno. Extrañas visiones, ataques sobrenaturales y apariciones grotescas comienzan a destruir su vida mientras busca desesperadamente una salida.
Alison Lohman ofrece una interpretación sólida como Christine, transmitiendo tanto vulnerabilidad como determinación. Justin Long interpreta a su novio Clay, escéptico ante lo sobrenatural. La tensión entre lo racional y lo inexplicable fortalece la historia.
La película combina el estilo grotesco y exagerado característico de Sam Raimi con secuencias de verdadero suspenso. Desde fluidos repulsivos hasta ataques demoníacos repentinos, el director equilibra el terror con toques de humor negro, creando una experiencia única.
La banda sonora y los efectos sonoros juegan un papel clave: ruidos chirriantes, golpes repentinos y momentos de silencio absoluto que elevan los sustos. La música refuerza la atmósfera infernal que rodea a Christine.
Arrástrame al infierno fue bien recibida por la crítica y los fans del terror, consolidándose como un regreso exitoso de Sam Raimi al género. Con un ritmo frenético, un final impactante y una mezcla de miedo y humor, es considerada un clásico moderno del horror sobrenatural.