
Dirigida por Yorgos Lanthimos y estrenada en 2025 con el título original Bugonia, la película propone una premisa tan absurda como inquietante: dos hombres convencidos de una teoría conspirativa secuestran a la directora ejecutiva de una poderosa empresa tecnológica, seguros de que se trata de una extraterrestre infiltrada con planes de destruir la Tierra. Desde el inicio, el relato establece un tono incómodo donde la comedia negra y la amenaza real conviven, obligando al espectador a cuestionar qué parte del delirio podría esconder verdades más profundas.
La historia se centra en Teddy y su primo Don, dos personajes atrapados en un universo mental dominado por la desconfianza y el miedo. Teddy, interpretado por Jesse Plemons, lidera el secuestro convencido de estar salvando al mundo, mientras Don lo sigue con una mezcla de lealtad y confusión. La película no los presenta como simples villanos, sino como individuos moldeados por la desinformación, la frustración social y la necesidad desesperada de encontrar sentido a un mundo que sienten hostil.
Michelle Fuller, encarnada por Emma Stone, es la figura que concentra todas las sospechas. Su posición de poder, su lenguaje corporativo y su aparente frialdad alimentan la paranoia de sus captores. A medida que avanza la historia, su cautiverio se transforma en un duelo psicológico donde intenta desmontar las creencias de Teddy mientras lucha por sobrevivir. La película explora cómo el poder económico puede ser interpretado como algo inhumano cuando se observa desde la marginalidad.
Gran parte del film transcurre en espacios cerrados, reforzando una sensación de claustrofobia constante. Las conversaciones entre los personajes oscilan entre lo grotesco y lo perturbador, revelando cómo una idea repetida puede convertirse en verdad absoluta. Lanthimos utiliza el encierro como reflejo de una mente sellada, donde ya no entra el razonamiento externo. La tensión crece no por la acción, sino por la imposibilidad de diálogo real entre visiones del mundo irreconciliables.
Más allá de su premisa extravagante, Bugonia funciona como una sátira oscura sobre la era de la conspiración permanente. La película observa cómo el resentimiento social, la sobreinformación y la pérdida de confianza en las instituciones pueden desembocar en violencia justificada como “acto moral”. El relato no toma partido fácil, sino que expone la fragilidad de la verdad cuando la percepción se impone sobre los hechos.
El desenlace mantiene la incomodidad que atraviesa toda la película. No hay revelaciones tranquilizadoras ni moralejas simples. Lanthimos cierra la historia dejando al espectador frente a una pregunta inquietante: qué ocurre cuando la paranoia se vuelve más convincente que la realidad compartida. Bugonia termina como una advertencia amarga sobre los peligros de creer ciegamente en narrativas que prometen respuestas fáciles a miedos complejos.