
En la campiña inglesa, el joven Albert forma un lazo profundo con Joey, un caballo de granja de espíritu libre. Aunque su familia lucha por sobrevivir, Albert entrena a Joey con dedicación y cariño. Pero cuando estalla la Primera Guerra Mundial, el caballo es vendido al ejército, y así comienza una travesía épica que lo llevará por distintos frentes, ejércitos y países… mientras Albert promete que algún día lo encontrará.
Desde los campos británicos hasta las trincheras francesas, Joey pasa por las manos de soldados, campesinos y niños, tocando la vida de cada persona con su nobleza y resistencia. La guerra lo separa de su hogar, pero nunca de su esencia. La película narra no solo la violencia del conflicto, sino también los pequeños actos de compasión que emergen incluso en los momentos más oscuros.
Con una dirección cuidada y una estética que recuerda al cine épico de antaño, Caballo de guerra transforma una historia sencilla en una gran odisea emocional. Spielberg no solo retrata la guerra, sino que la contrasta con la inocencia de un animal que solo sabe avanzar con coraje. Cada escena está cargada de emoción, y la fotografía convierte el paisaje en un personaje más.
La banda sonora de John Williams acompaña cada paso de Joey con sensibilidad y grandeza. Las melodías evocan paisajes abiertos, despedidas silenciosas y reencuentros esperados. Es una partitura que no solo ambienta, sino que amplifica cada emoción como un eco de lo que se ve y se siente.
Caballo de guerra es una historia sobre lealtad, valentía y el poder de la conexión. A través de los ojos de un caballo, somos testigos de lo peor y lo mejor de la humanidad. Una película conmovedora y visualmente poderosa que nos recuerda que, a veces, la esperanza galopa donde menos lo esperamos.