
Dirigida por Luca Guadagnino y estrenada en 2025 con el título original After the Hunt, la película se abre siguiendo la rutina milimétrica de Alma Imhoff, profesora de filosofía en Yale, mientras un reloj marca cada segundo como si anunciara un juicio inevitable. Desde ese inicio, el film instala una tensión constante entre vida privada y prestigio académico. Alma, interpretada por Julia Roberts, parece haber regresado recientemente de una pausa forzada, y su fragilidad física anticipa una grieta emocional que pronto se hará pública y devastadora.
La cena organizada por Alma y su esposo Frederik, encarnado por Michael Stuhlbarg, reúne a colegas y alumnos en un clima de cordialidad aparente. Entre ellos están Hank Gibson, profesor ambicioso interpretado por Andrew Garfield, y Maggie Resnick, la brillante doctoranda a la que da vida Ayo Edebiri. Las conversaciones sobre ética, poder y generaciones parecen inofensivas, pero esa misma noche Alma presencia a Hank, ebrio, marchándose con Maggie, mientras ella sufre un violento espasmo de dolor que conecta cuerpo y conflicto.
Al día siguiente, Maggie acusa a Hank de haberla agredido sexualmente. La película no es ambigua respecto al impacto del relato: Alma reacciona con frialdad, incapaz de ofrecer el apoyo que Maggie espera. Cuando Hank niega la acusación y la atribuye a una venganza por haber señalado un plagio, Alma queda atrapada entre versiones opuestas. Su silencio y ambivalencia resultan tan elocuentes como cualquier declaración pública, y sellan el destino profesional y emocional de todos los involucrados.
Tras el despido de Hank, la tensión se traslada a los pasillos de la universidad. Maggie pide respaldo institucional, mientras Alma intenta proteger su carrera, incluso advirtiéndole que no haga pública la denuncia. La revelación del pasado de Alma, cuando Maggie traduce un recorte que muestra una acusación de abuso que ella misma hizo de adolescente y luego retiró, transforma el conflicto en un espejo incómodo. La película expone sin suavizar cómo el poder académico puede convertirse en una forma de violencia silenciosa.
La presión acumulada se manifiesta físicamente: Alma falsifica recetas médicas, sufre ataques de dolor y finalmente colapsa tras ser confrontada por estudiantes. En el hospital se revela la verdad más perturbadora: su relación adolescente con un hombre adulto terminó en una acusación que llevó al suicidio de él. Guadagnino no ofrece consuelo fácil; muestra cómo la culpa, el deseo y la memoria se mezclan hasta perforar literalmente el cuerpo de la protagonista.
Cinco años después, Alma es decana y ha reconstruido su prestigio publicando un artículo sobre su experiencia. El reencuentro con Maggie no ofrece redención plena. Maggie duda de la sinceridad de Alma, pero acepta que el daño ya está hecho y que ambos han seguido adelante. Cacería de brujas cierra con una nota incómoda: no hay vencedores claros, solo la constatación de que el poder, cuando se ejerce desde el miedo y la ambición, deja cicatrices que ninguna institución puede borrar.