
Dirigida por Tilman Singer y estrenada en 2024 con el título original Cuckoo, esta película mezcla terror psicológico, suspenso y elementos de horror surrealista para contar la historia de una adolescente que se muda a un remoto complejo alpino donde nada es lo que parece. Protagonizada por Hunter Schafer, junto a Dan Stevens y Jessica Henwick, la cinta explora el miedo, la manipulación y el aislamiento emocional mientras construye un universo extraño, lleno de reglas propias y figuras inquietantes que se manifiestan en los rincones menos esperados. La narrativa juega con lo desconocido, envolviendo al espectador en un ambiente que parece vibrar con tensión constante.
El escenario principal es un centro turístico aislado entre montañas, un lugar aparentemente tranquilo pero cargado de silencios incómodos, sombras que se mueven fuera de foco y melodías perturbadoras que parecen venir de todas partes. Los amplios pasillos, las habitaciones frías y los espacios naturales imponentes crean una atmósfera que transmite vulnerabilidad y desorientación. Cada paisaje invita a desconfiar de lo que se ve y de lo que se escucha, convirtiendo al entorno en un personaje más: uno que observa, oculta y amenaza con cada uno de sus rincones.
Hunter Schafer interpreta a Gretchen, una joven que intenta adaptarse a su nueva vida sin entender del todo por qué el lugar parece reaccionar ante su presencia. Su expresión mezcla fragilidad, intuición y valentía, permitiendo que el espectador conecte con su confusión mientras descubre pistas sobre lo que ocurre a su alrededor. Sus encuentros con personajes del complejo, especialmente con la figura inquietante interpretada por Dan Stevens, despiertan dudas sobre quién es realmente confiable. Gretchen se convierte en una heroína marcada por la duda, empujada a enfrentar verdades que nadie más parece dispuesto a admitir.
La tensión central se construye desde fenómenos inexplicables: sonidos que no deberían existir, figuras que aparecen en el borde de la visión y comportamientos humanos que rozan lo artificial. La protagonista se ve envuelta en una red de secretos vinculados a experimentos, manipulaciones y búsquedas obsesivas que afectan a quienes habitan el resort. El conflicto no solo pone en peligro su estabilidad emocional, sino su propia identidad, obligándola a cuestionar lo que es real y lo que podría ser parte de una conspiración inimaginable. Cada descubrimiento intensifica la sensación de que algo terrible se acerca.
La película utiliza el sonido como arma principal del terror: ecos distorsionados, cantos inquietantes y llamadas imposibles que parecen surgir desde el interior de la mente. Tilman Singer apuesta por un estilo hipnótico, donde elementos del giallo, la ciencia ficción y el horror experimental se fusionan para crear imágenes imposibles de olvidar. La estética está llena de contrastes entre colores vibrantes y sombras densas, entre tranquilidad aparente y estallidos de caos emocional. La confusión de la protagonista se convierte también en la del espectador, atrapado en un rompecabezas que nunca revela todas sus piezas.
El cierre de la historia mantiene el tono enigmático que caracteriza toda la película. Aunque ciertos misterios encuentran explicación, muchos quedan suspendidos, como si el eco de aquello que Gretchen descubrió siguiera resonando más allá de la pantalla. La sensación final es inquietante, melancólica y profundamente atmosférica, recordando que algunas verdades no buscan ser entendidas, sino experimentadas. Cuckoo termina con la fuerza de una pesadilla que, aun después de despertar, continúa revoloteando en la mente, dejando al espectador con más preguntas que respuestas… y con la incómoda certeza de que algo todavía escucha desde la oscuridad.