
Dirigida por James Wong y protagonizada por Justin Chatwin, Chow Yun-Fat y Emmy Rossum, Dragonball: Evolución (*Dragonball Evolution*) es una adaptación live-action de la legendaria obra de Akira Toriyama. Aunque su intención fue llevar el universo de Dragon Ball a la gran pantalla para un público global, la película se ganó rápidamente la desaprobación de críticos y fanáticos por sus cambios radicales y su ejecución deficiente.
Goku (Justin Chatwin) es un joven estudiante que, tras la muerte de su abuelo adoptivo, emprende un viaje para encontrar las siete Esferas del Dragón antes de que el malvado Lord Piccolo (James Marsters) logre reunirlas y destruya el mundo. A lo largo de su camino se une a Bulma (Emmy Rossum) y al maestro Roshi (Chow Yun-Fat), enfrentando pruebas y enemigos en una versión modernizada y muy libre del relato original.
Justin Chatwin ofrece una interpretación poco convincente como Goku, alejada del espíritu alegre y determinado del personaje original. Chow Yun-Fat intenta aportar humor y energía como Roshi, mientras que Emmy Rossum hace lo posible por darle vida a una Bulma reinventada. Sin embargo, la mayoría de los personajes carecen de profundidad y desarrollo, lo que contribuye a la desconexión con el material base.
La película utiliza efectos digitales que, para la época, resultaron poco impresionantes y no lograron capturar la espectacularidad del anime. Los escenarios son en gran parte genéricos, y las escenas de combate carecen de la energía y el dinamismo característicos de la obra original. La dirección de James Wong no consigue equilibrar acción, humor ni épica.
La música acompaña de forma funcional pero sin destacar. Temas orquestales y electrónicos genéricos intentan dar tono de aventura, aunque no alcanzan a generar emoción memorable ni identidad propia.
Dragonball: Evolución (2009) es recordada como una de las adaptaciones más fallidas de un anime icónico. Con un guion débil, personajes mal desarrollados y una desconexión casi total con el espíritu original, la película no logró convencer ni a nuevos espectadores ni a los fans. Aun así, sirve como un curioso recordatorio de los desafíos de adaptar obras tan queridas a otros formatos.