
Dirigida por R.D. Braunstein, Dulce venganza 3: La venganza es mía (I Spit on Your Grave 3: Vengeance Is Mine) continúa la historia de Jennifer Hills, interpretada nuevamente por Sarah Butler. Esta tercera entrega abandona el formato del remake para seguir las consecuencias psicológicas del trauma y la violencia. Más introspectiva y personal, la película explora el peso del dolor, la rabia contenida y la delgada línea entre justicia y venganza.
Años después de los eventos de la primera película, Jennifer intenta rehacer su vida en una nueva ciudad, bajo una identidad falsa. Aunque asiste a un grupo de apoyo para víctimas de agresión, su rabia interior sigue latente. Cuando una de las mujeres del grupo es asesinada brutalmente, Jennifer ya no puede contener su furia. Armándose con el dolor y la experiencia, decide actuar fuera de la ley para castigar a los culpables, transformándose una vez más en el ángel oscuro de su propia justicia.
Sarah Butler regresa con una interpretación aún más compleja y emocional. Su personaje, endurecido por el sufrimiento, refleja la lucha interna entre el deseo de vivir en paz y la necesidad de castigar a los agresores que siguen impunes. Butler transmite vulnerabilidad y ferocidad con equilibrio, consolidando a Jennifer Hills como una de las figuras femeninas más intensas del cine de venganza contemporáneo. El reparto secundario, encabezado por Jennifer Landon y Gabriel Hogan, sostiene el tono sombrío de la historia.
R.D. Braunstein lleva la saga hacia un enfoque más emocional que gráfico, aunque no evita la violencia cuando es necesaria. El guion combina drama psicológico con el tono de justicia callejera, mostrando el deterioro mental de Jennifer y cómo su sed de venganza la consume. La fotografía fría y los escenarios urbanos subrayan el aislamiento y la oscuridad interior del personaje. Menos explícita pero más perturbadora, esta entrega se centra en el impacto del trauma y sus consecuencias irreversibles.
A diferencia de las anteriores, Dulce venganza 3 plantea un dilema moral más profundo: ¿hasta qué punto es legítimo tomar la justicia por mano propia? La película no glorifica la violencia, sino que muestra su peso emocional y el vacío que deja. Jennifer no es ya una heroína clásica, sino una figura trágica, atrapada entre el remordimiento y la necesidad de equilibrar el daño que el mundo le hizo.
Dulce venganza 3: La venganza es mía (2015) cierra la trilogía moderna con una mezcla de catarsis y tragedia. Sarah Butler entrega su interpretación más intensa, mientras la dirección ofrece un cierre digno, más maduro y sombrío. No es solo la historia de una víctima que se venga, sino la de una mujer que enfrenta las secuelas de su propio infierno. Una conclusión amarga y poderosa que deja claro que la verdadera herida del horror… nunca sana por completo.