
Dirigida por Wes Anderson y estrenada en 2025 con el título original The Phoenician Scheme, El esquema fenicio (2025) se abre con Anatole “Zsa-Zsa” Korda, un traficante de armas e industrial que sobrevive milagrosamente a un atentado y, al borde de la muerte, es juzgado en un tribunal del más allá. Ese prólogo metafísico marca el tono de una historia donde el cálculo frío convive con la introspección moral. Sabiendo que no puede huir eternamente de sus enemigos, Korda intenta recomponer el vínculo con su hija Liesl, una novicia católica a la que abandonó de niña, proponiéndole heredar un imperio construido sobre decisiones cuestionables.
El corazón del relato es el arriesgado proyecto de Korda para modernizar Fenicia, una empresa colosal que apuesta su fortuna y su vida política. Gobiernos y agentes conspiran para frenar sus prácticas, encareciendo materiales y forzándolo al borde de la bancarrota. En ese tablero de poder, Korda recurre a estafas, chantajes y amenazas extremas para convencer a inversores renuentes, logrando sobrevivir a cada encuentro con una mezcla de audacia y descaro. La película convierte la negociación financiera en un espectáculo de tensión elegante, donde cada firma y cada silencio pesan tanto como una bala.
El viaje físico se entrelaza con un recorrido emocional entre padre e hija. Liesl acompaña a Korda no por ambición, sino por la esperanza de enfrentar las verdades que marcaron su infancia. A través de confesiones dolorosas, traiciones familiares y revelaciones sobre la muerte de su madre, ambos descubren que el dinero nunca fue suficiente para construir un hogar. La tensión entre la fe de Liesl y la amoralidad de Korda genera un conflicto íntimo que sostiene la película más allá del engaño y la intriga.
En el camino surgen aliados ambiguos y enemigos disfrazados de socios. El descubrimiento de un espionaje interno, los sabotajes aéreos y la figura de Nubar, hermanastro de Korda y rival definitivo, elevan la historia hacia un clímax donde la vida se reduce a un juego de poder. Anderson retrata estas traiciones con ironía contenida, subrayando que en este universo nadie está completamente a salvo ni completamente limpio.
Tras derrotar a Nubar y perderlo todo, Korda toma una decisión radical: renuncia a la riqueza, paga a sus trabajadores y se convierte al catolicismo, convencido de que terminar el proyecto con dignidad dará sentido a su existencia. Este giro transforma la película en una reflexión sobre la redención tardía y el precio de reconocer los propios errores. Liesl, conmovida por el sacrificio, acepta finalmente a Korda como su padre, cerrando una herida que parecía irreparable.
El desenlace de El esquema fenicio (2025) abandona la grandilocuencia para centrarse en lo cotidiano: una vida sencilla, un pequeño bistró y una familia reconstruida a partir de las ruinas del pasado. Entre cartas, propuestas de matrimonio y silencios compartidos, la película concluye con una nota serena que contrasta con su inicio caótico. Es un cierre que confirma la mirada de Wes Anderson: incluso los personajes más calculadores pueden encontrar redención cuando aceptan perderlo todo para ganar lo esencial.