
Dirigida por Erik Peter Carlson, Érase una vez un cuento de hadas (Once Upon a Time a Fairytale) es un drama psicológico que explora los límites entre la fantasía y la realidad. A diferencia de los clásicos cuentos encantados, esta película ofrece una visión más cruda y contemporánea del deseo, el engaño y las segundas oportunidades. Con tintes de thriller y un tono introspectivo, Carlson construye una historia sobre la fragilidad humana detrás de las apariencias.
La trama sigue a una pareja cuya relación comienza a desmoronarse bajo el peso de los secretos y las frustraciones. Mientras intentan reconstruir su vínculo, se ven envueltos en un juego emocional que pone a prueba su confianza y su cordura. El relato, que se desarrolla con ritmo pausado y atmósfera tensa, invita al espectador a reflexionar sobre la idealización del amor y las máscaras que usamos para protegernos del dolor.
El elenco ofrece actuaciones realistas que sostienen la carga emocional de la película. Con un enfoque minimalista, los intérpretes transmiten vulnerabilidad y tensión sin recurrir a excesos dramáticos. Este estilo cercano al cine independiente permite que los conflictos internos de los personajes sean el verdadero motor de la historia.
Erik Peter Carlson combina iluminación tenue, planos cerrados y un uso intencional del silencio para crear una sensación constante de incomodidad. Su dirección se centra en los gestos y miradas, reforzando la sensación de estar frente a un cuento de hadas distorsionado por la realidad. La fotografía acompaña con tonos fríos y una estética casi teatral que potencia la sensación de aislamiento emocional.
Érase una vez un cuento de hadas (2022) es una propuesta intimista que utiliza el simbolismo de los cuentos clásicos para hablar del desencanto moderno. Con su narrativa pausada y su mirada honesta sobre las relaciones humanas, la película de Erik Peter Carlson se posiciona como una obra independiente que desafía las expectativas del romance convencional y explora los límites de la ilusión y la verdad.