
En esta versión divertida y descarada del clásico de Blancanieves, la malvada reina no solo lanza hechizos: también controla las finanzas del reino, organiza bailes estratégicos y tiene un guardarropa que haría temblar a cualquier influencer. Blancanieves, en cambio, ha vivido encerrada en el castillo, hasta que descubre que fuera hay un pueblo oprimido que necesita algo más que una princesa… necesita una heroína inesperada.
A diferencia de otras adaptaciones del mismo año, esta película apuesta por el humor, los diálogos rápidos y una estética desbordante. Julia Roberts se divierte enormemente como la reina, con un tono sarcástico y elegante, mientras Lily Collins da vida a una Blancanieves dulce pero decidida, que va encontrando su voz (y su espada) en medio del caos.
El príncipe Andrew Alcott (Armie Hammer) no es el típico salvador perfecto: es encantador, sí, pero también víctima de hechizos ridículos y enredos románticos. Los enanos aquí no viven en el bosque cantando, sino que se reinventan como bandidos con estilo propio. Todo se cuenta con un tono casi teatral, lleno de ironía y color.
Dirigida por Tarsem Singh, la película destaca por su diseño de producción: vestidos extravagantes, escenarios que parecen pinturas, y una atmósfera de cuento exagerado, que mezcla elegancia con comedia visual. Todo está pensado para que los ojos no se aburran ni un segundo.
Espejito, espejito es una comedia de aventuras para quienes aman los cuentos clásicos, pero también disfrutan cuando se rompen las reglas. Ideal para ver con una sonrisa, entre giros absurdos, vestidos imposibles y una protagonista que se atreve a escribir su propio final.