
Dirigida por Gareth Evans y estrenada en 2025 con el título original Havoc, Estragos (2025) nos sumerge en un thriller brutal y trepidante donde un detective debe abrirse paso por los rincones más violentos y corruptos de la ciudad para encontrar al hijo desaparecido de un político. Con una interpretación intensa de Tom Hardy, la película combina acción visceral, conspiración política y un descenso psicológico hacia la oscuridad de un sistema quebrado. Desde sus primeras escenas, la tensión se instala como una fuerza implacable que arrastra al protagonista a un laberinto plagado de enemigos, traiciones y secretos letales.
En Estragos (2025), Tom Hardy ofrece un personaje agotado, herido y emocionalmente fracturado, cuya determinación es la única luz en medio del caos. Cada golpe, cada caída y cada decisión cuestionable revelan a un hombre enfrentado tanto a su entorno como a sus propios demonios internos. Su compromiso físico y emocional eleva la historia, convirtiéndolo en el eje sobre el cual giran la violencia, la culpa y la redención posible. Es un papel que recuerda la intensidad de sus mejores trabajos, pero llevado aquí a un extremo crudo y desbordante.
La ambientación es un elemento central del filme: un paisaje urbano que respira decadencia y peligro. Las calles oscuras, los edificios abandonados y los pasillos donde reina el crimen construyen un entorno que parece vivo y hostil. La dirección de Gareth Evans —conocido por su estilo contundente e inmersivo— aprovecha cada rincón para potenciar la sensación de encierro y amenaza constante. La ciudad no es solo un escenario, sino un enemigo más, uno que devora a quienes intentan desafiar sus reglas.
Además de Tom Hardy, la película cuenta con la presencia poderosa de Forest Whitaker, cuya autoridad moral y ambigüedad aportan profundidad al conflicto central. Timothy Olyphant añade un matiz inquietante al interpretar a un personaje cuyo verdadero rol se revela poco a poco, ampliando la red de intrigas que dominan la historia. Cada uno de ellos sostiene con firmeza la intensidad del relato, contribuyendo a una atmósfera cargada de desconfianza y peligro.
Gareth Evans, reconocido por su dominio del cine de acción, despliega en Estragos (2025) una serie de secuencias brutales y perfectamente coreografiadas. Las peleas cuerpo a cuerpo, los enfrentamientos en pasillos estrechos y las persecuciones frenéticas muestran un nivel de precisión y vértigo que define su estilo. Cada enfrentamiento no solo es físico, sino también emocional: el protagonista parece desmoronarse un poco más con cada golpe, recordándonos que la violencia tiene un precio que siempre se paga caro.
El desenlace de Estragos (2025) revela el alcance de la corrupción y las fuerzas que operan en la sombra. La búsqueda del joven desaparecido se convierte en una batalla moral donde el protagonista debe decidir cuánto está dispuesto a perder para salvar a alguien que apenas conoce. El cierre, contundente y melancólico, encapsula el espíritu del filme: incluso en un mundo dominado por la violencia, aún puede existir un rastro de humanidad. Es un final que impacta, conmueve y deja un eco difícil de olvidar.