
Dirigida por David Midell y estrenada en 2025 con el título original The Ritual, la película se inspira en uno de los casos de posesión más documentados del siglo XX: el exorcismo de Emma Schmidt, ocurrido en Estados Unidos en 1928. La historia se sitúa en un contexto profundamente religioso y socialmente conservador, donde la fe y la ciencia aún convivían en tensión constante. Desde su inicio, el filme plantea una pregunta central: hasta dónde puede llegar la fe cuando se enfrenta a una manifestación que parece escapar a toda explicación racional.
El núcleo dramático de Exorcismo: El ritual se construye alrededor de dos sacerdotes con visiones opuestas. Uno de ellos es un hombre marcado por las dudas y los conflictos internos, mientras que el otro representa una fe firme, forjada a través de años de experiencia. Esta dualidad no solo estructura el relato, sino que también refleja el enfrentamiento interno que atraviesa la Iglesia ante fenómenos extremos. La película desarrolla con cuidado la relación entre ambos, mostrando cómo la presión del caso los obliga a confrontar sus propias creencias.
Lejos de presentar el ritual como un acto inmediato o espectacular, la película lo aborda como un proceso largo, agotador y profundamente perturbador. Cada sesión incrementa la tensión física y emocional, tanto para la persona poseída como para quienes la rodean. El filme muestra cómo el ritual afecta el cuerpo, la mente y el espíritu, construyendo una atmósfera opresiva donde la repetición de oraciones y símbolos religiosos se convierte en una lucha de resistencia. Esta aproximación refuerza el realismo del relato y su anclaje histórico.
Uno de los aspectos más interesantes de Exorcismo: El ritual es su negativa a ofrecer respuestas simples. La película deja espacio para la interpretación, mostrando cómo médicos, religiosos y testigos intentan comprender lo que ocurre desde distintos puntos de vista. Las manifestaciones que rodean el caso desafían explicaciones médicas conocidas de la época, empujando a los personajes a elegir entre aceptar lo inexplicable o negar lo que están presenciando. Esta ambigüedad sostiene gran parte de la tensión narrativa.
El reparto aporta un peso dramático fundamental al relato. Al Pacino encarna a uno de los sacerdotes con una presencia sobria y contenida, alejándose de excesos y priorizando la carga emocional del personaje. Junto a él, Dan Stevens ofrece una interpretación marcada por la fragilidad y la introspección. Las actuaciones evitan el sensacionalismo y se apoyan en silencios, miradas y desgaste progresivo, reforzando la sensación de estar ante un episodio límite tanto humano como espiritual.
El cierre de Exorcismo: El ritual no busca el impacto fácil, sino una conclusión coherente con su enfoque realista y contenido. La película se sostiene sobre la idea de que el miedo más profundo nace de aquello en lo que se cree, no solo de lo que se ve. Al apoyarse en hechos documentados y en una puesta en escena austera, el filme se posiciona como una propuesta de terror serio, reflexivo y perturbador. Más que asustar, invita a cuestionar los límites entre la fe, la mente humana y lo desconocido.