
Dirigida por Christian Zübert y estrenada en 2025 con el título original Exterritorial, Extraterritorial (2025) nos lanza de lleno al peor miedo de cualquier madre: perder a su hijo y que el mundo insista en que nunca existió. La exsoldado de fuerzas especiales Sara Wulf, interpretada con entrega por Jeanne Goursaud, acude al consulado de Estados Unidos en Fráncfort con su pequeño Josh y, en cuestión de minutos, se ve atrapada en una pesadilla burocrática, jurídica y emocional donde las cámaras, los funcionarios e incluso sus propios seres queridos niegan su realidad.
Uno de los aspectos más interesantes de Extraterritorial (2025) es cómo entrelaza el thriller de acción con el retrato del trastorno de estrés postraumático. A medida que las autoridades, su madre y el propio personal del consulado cuestionan la estabilidad mental de Sara, la película juega con la percepción del espectador: ¿estamos viendo una conspiración o un colapso psicológico? Esa ambigüedad inicial convierte cada pasillo y cada silencio en un espacio de sospecha, y obliga a acompañar a Sara no solo en la búsqueda de Josh, sino también en la defensa de su cordura.
El uso del consulado como escenario principal no es solo un truco de ambientación: el concepto de territorio extraterritorial funciona como metáfora de un lugar donde las reglas cambian y la justicia queda suspendida. Las limitaciones de la policía alemana, las excusas legales y el hermetismo institucional crean un entorno donde el poder se ejerce desde la opacidad. Personajes como el jefe de seguridad Erik Kynch, encarnado por Dougray Scott, representan esa cara fría y calculadora del sistema, capaz de manipular pruebas, grabaciones y versiones oficiales sin que nadie parezca poder detenerlo.
Cuando entra en escena Kira Volkova, interpretada por Lera Abova, la trama se expande hacia un thriller geopolítico de mayor alcance. Sus vínculos con crímenes del gobierno ruso, su pasado como hija de un disidente y el misterioso USB lleno de información incriminatoria conectan la desaparición de Josh con un juego de intereses internacionales. Al mismo tiempo, descubrimos que el pasado de Sara en Afganistán y la traición sufrida allí forman parte del motor oculto de la conspiración actual, enlazando culpa, corrupción y guerra en un mismo hilo.
La película alcanza sus mejores momentos cuando muestra a Sara utilizando su entrenamiento militar para moverse por el consulado como si fuera una zona de guerra. Trampas, huidas, infiltraciones y decisiones desesperadas mantienen un ritmo tenso, pero siempre anclado en algo muy íntimo: una madre que se niega a ser reducida a “caso psiquiátrico”. Su secuestro temporal de Aileen, la hija de Kynch, no se presenta como venganza gratuita, sino como un gesto límite nacido de la impotencia y del amor incondicional por Josh, lo que añade matices morales incómodos pero muy humanos.
El clímax de Extraterritorial (2025) combina acción y catarsis emocional: la confesión de Kynch grabada en secreto, el enfrentamiento final y la liberación de Josh cierran el arco de Sara sin caer en un triunfalismo ingenuo. Ocho semanas después, con Kynch detenido y la red de cómplices desenmascarada, la protagonista se prepara para empezar de nuevo junto a su hijo y con la promesa de reencontrarse con Kira. No todo está reparado, pero la película deja una sensación de dignidad recuperada: incluso frente a sistemas corruptos y traumas profundos, la verdad puede abrir un camino para seguir adelante.