
Mucho antes de cruzarse con burros parlantes y ogros verdes, el Gato con Botas ya vivía aventuras legendarias por su cuenta. Espadachín, ladrón de corazón noble y felino más encantador del reino, esta historia nos lleva a sus orígenes: un pasado lleno de secretos, traiciones y una misión muy peligrosa. El objetivo: robar los legendarios frijoles mágicos y llegar al castillo en las nubes… antes que Jack y Jill.
En esta aventura, Gato no está solo. Aparece Kitty Patitas Suaves, tan ágil como misteriosa, y Humpty Dumpty, su viejo amigo convertido en aliado (¿o enemigo?). La dinámica entre los tres es tan divertida como impredecible, con diálogos rápidos, miradas afiladas y muchas coreografías de combate… y de baile.
Dirigida por Chris Miller, esta película mezcla la estética de los cuentos de hadas con el ritmo y estilo de un western felino: atardeceres dorados, duelos en callejones polvorientos y persecuciones acrobáticas sobre tejados. Todo acompañado de una animación pulida y un Antonio Banderas que le pone voz (y alma) al Gato más carismático del cine animado.
Aunque la historia es ligera y divertida, también toca temas como la confianza, la traición y el deseo de redención. Gato no solo lucha con la espada: también con su pasado, su orgullo… y las decisiones que lo llevaron a perder lo que más valoraba.
Gato con botas es una aventura animada llena de humor, acción y corazón, ideal para quienes aman los personajes con garra, las historias con ritmo y las películas que se toman la risa tan en serio como la emoción. Una precuela que se sostiene por sí sola… con botas muy bien puestas.