
Dirigida por Justin Tipping y estrenada en 2025 con el título original Him, la película inicia con una escena que marca a su protagonista para siempre. El joven Cameron “Cam” Cade presencia cómo su equipo favorito gana el campeonato mientras su héroe, el mariscal Isaiah White, sufre una lesión devastadora al anotar el touchdown decisivo. La frase de su padre —que los hombres de verdad hacen sacrificios— se convierte en una semilla peligrosa. Desde ese momento, el relato plantea una reflexión inquietante sobre la admiración, la violencia normalizada en el deporte y el precio de la gloria.
Años después, Cam es una promesa del fútbol americano, impulsado por el recuerdo de su padre fallecido y por el deseo de alcanzar el éxito a cualquier costo. Su entrenamiento obsesivo, alentado por su entorno y su agente, revela un mundo donde el dolor se confunde con disciplina. Un ataque nocturno por una figura enmascarada con forma de cabra provoca una conmoción cerebral que amenaza con destruir su futuro. Lejos de frenar, el golpe intensifica la presión, mostrando cómo el sistema empuja a los atletas a ignorar señales claras de peligro.
La oportunidad de entrenar con Isaiah en un complejo aislado aparece como una bendición envenenada. En HIM: El elegido, el mentor no es solo un entrenador, sino el guardián de una ideología extrema donde ganar justifica cualquier atrocidad. Los fanáticos fanatizados, liderados por Marjorie, actúan como una secta dispuesta a intimidar y humillar al aspirante. La película transforma el entrenamiento deportivo en una serie de rituales perturbadores que desdibujan la línea entre preparación física y adoctrinamiento.
Las pruebas a las que Isaiah somete a Cam son cada vez más violentas, mientras inyecciones secretas y bebidas rituales comienzan a alterar su percepción. Las alucinaciones con figuras enmascaradas se multiplican y el espectador comparte la duda: ¿son efectos de la conmoción cerebral o señales de algo más oscuro? La narrativa utiliza el horror corporal y psicológico para mostrar cómo la identidad del protagonista se fragmenta, atrapado entre la culpa, la ambición y la manipulación constante.
El corazón del filme se revela cuando Cam descubre que Isaiah pertenece a una estirpe de jugadores creados a través de transfusiones rituales de sangre, los llamados “Mejores de Todos los Tiempos”. La gloria no es talento, sino herencia violenta. En HIM: El elegido, el deporte se convierte en un sacrificio literal, donde el cuerpo es moneda y la tradición exige muerte. El enfrentamiento final entre mentor y discípulo no es solo físico, sino ideológico: aceptar el legado o destruirlo.
El desenlace lleva a Cam a rechazar el contrato que sellaría su destino, revelando una conspiración que lo perseguía desde la infancia. La violencia estalla como consecuencia inevitable de años de manipulación, y el protagonista decide romper el ritual aun cuando eso lo condena a la soledad. Al internarse en el desierto, cubierto de sangre y alejándose del culto, HIM: El elegido cierra con una imagen potente: escapar del sistema puede no traer redención, pero sí la posibilidad de dejar de ser el sacrificio de otros.