
Dirigida por Steven Soderbergh, Kimi es un thriller tecnológico que mezcla claustrofobia moderna, vigilancia silenciosa y acción urgente. Con Zoë Kravitz al frente, la película nos coloca en el centro de una conspiración que explota gracias al temor de estar siempre observados… incluso cuando creemos estar solos.
La historia sigue a Angela Childs (Zoë Kravitz), una analista de datos con agorafobia que trabaja desde su casa en Seattle monitoreando los flujos de audio de un nuevo dispositivo inteligente llamado “Kimi”. Cuando intercepta lo que parece ser la grabación de un crimen violento, decide actuar… pero para ello deberá enfrentarse a sus propios miedos: salir de su espacio seguro y encarar lo que teme más: el mundo exterior.
Zoë Kravitz entrega una actuación contenida pero poderosa, donde la vulnerabilidad de Angela se convierte en fuerza cuando decide implicarse. Su emotividad crece sin abandonar la tensión, y demuestra que el aislamiento puede ser terreno fértil para la confrontación cuando el peligro invade tu zona de confort. Los personajes secundarios refuerzan el entorno tecnológico y corporativo que añade presión a su misión.
Soderbergh fusiona el thriller clásico de “un testigo atrapado” con la era del teletrabajo y la escucha constante. La ambientación de oficina en casa, las pantallas, los algoritmos que deciden lo que es importante o no y la voz robótica permanente crean un ritmo claustrofóbico. La filmación fluida y los espacios reducidos refuerzan la sensación de urgencia y vulnerabilidad: la acción libera cuando finalmente Angela debe moverse.
Las temáticas van más allá del crimen: la película explora la paranoia contemporánea, la soledad de quienes trabajan detrás de la tecnología y cómo el silencio puede ser tan amenazador como el ruido. Angela no solo huye del peligro externo, sino también de sus límites internos. Cuando decide arriesgar todo para revelar la verdad, la tensión ya no es solo de cuerpo… sino de mente y conciencia.
Kimi (2022) es un thriller moderno que combina estilo, inteligencia y ritmo. Con una premisa sencilla convertida en escenario de suspense y denuncia, la película reconfigura el miedo: ya no solo una sombra que acecha en la oscuridad, sino una voz que escuchas en la palma de la mano. Una obra que demuestra que, en la era digital, el peligro puede estar… justo al lado de tu auricular.