
Dirigida por Takashi Shimizu, La aldea de los aullidos (Inunaki Mura) es una película japonesa de terror que mezcla leyenda urbana, tragedia familiar y horror sobrenatural. Inspirada en el mito real del túnel de Inunaki, la historia sigue a una joven psicóloga que investiga la desaparición de su hermano en una aldea maldita, donde los límites entre la vida y la muerte comienzan a desdibujarse.
La protagonista, Kanade (Ayaka Miyoshi), descubre que su familia guarda una conexión directa con el misterioso pueblo de Inunaki. Movida por el deseo de entender lo ocurrido, se adentra en un lugar prohibido del que nadie regresa igual. Entre rituales antiguos, voces que susurran en la oscuridad y visiones imposibles, Kanade deberá enfrentarse a una verdad aterradora: el mal corre por su propia sangre.
Ayaka Miyoshi ofrece una interpretación llena de sensibilidad y miedo contenido, mientras que el resto del elenco refuerza el tono sombrío de la historia. La dirección de Takashi Shimizu, creador de La maldición (Ju-On), recupera el estilo clásico del terror japonés: silencios prolongados, apariciones sutiles y una tensión que crece hasta lo insoportable.
La fotografía aprovecha los bosques, túneles y aldeas abandonadas para crear una atmósfera opresiva y cargada de misterio. Shimizu combina el horror psicológico con el sobrenatural, evitando los sobresaltos gratuitos y apostando por el miedo que se insinúa. La ambientación y el diseño sonoro —llenos de ecos, suspiros y aullidos— sumergen al espectador en un terror que se siente cercano y real.
Más allá de los fantasmas, la película aborda temas como la culpa heredada, el peso del pasado y la imposibilidad de escapar de lo que nos define. Cada revelación conecta el presente con una historia ancestral de dolor y venganza, dando al terror una dimensión emocional. Es un relato sobre los pecados que regresan… y los secretos que nunca deben ser descubiertos.
La aldea de los aullidos (2019) es un regreso eficaz al terror japonés más clásico, con una atmósfera inquietante y una historia que combina mito y tragedia. Con ritmo pausado, actuaciones intensas y un cierre perturbador, Takashi Shimizu demuestra que el miedo puede seguir siendo elegante, espiritual y profundamente humano. Ideal para los amantes del horror japonés lleno de misterio y melancolía.