
Dirigida por Guillermo del Toro, La cumbre escarlata (título original: Crimson Peak) es una exquisita película de terror gótico que combina romance, fantasmas y secretos familiares. Con su estilo visual característico, Del Toro construye un cuento macabro donde la belleza y el horror conviven en cada rincón de una mansión que parece viva.
La historia sigue a Edith Cushing (Mia Wasikowska), una joven escritora que, tras una tragedia personal, se enamora del misterioso Thomas Sharpe (Tom Hiddleston). Juntos se mudan a Allerdale Hall, la decadente mansión familiar de los Sharpe, situada sobre un suelo rojo arcilloso que tiñe la nieve como sangre. Allí, Edith comienza a experimentar presencias sobrenaturales que intentan advertirle de un oscuro secreto relacionado con Thomas y su inquietante hermana, Lucille (Jessica Chastain).
Mia Wasikowska aporta fuerza y vulnerabilidad a Edith, mientras que Tom Hiddleston encarna con elegancia y melancolía a un hombre atrapado entre el deber, el amor y la culpa. Pero es Jessica Chastain quien se roba la película con una interpretación perturbadora de Lucille, combinando frialdad, pasión y locura. Su presencia intensifica la tensión emocional y mantiene al espectador en constante incertidumbre.
La marca de Guillermo del Toro se aprecia en cada detalle: desde los pasillos interminables hasta los fantasmas estilizados con un toque poético. La paleta de colores —rojizos intensos, dorados y tonos apagados— crea una atmósfera decadente y hermosa a la vez. La mansión, casi un personaje más, está llena de grietas, susurros y sombras que representan la corrupción de la familia Sharpe. La dirección de arte y el vestuario son sencillamente deslumbrantes.
La banda sonora, compuesta por Fernando Velázquez, combina melodías románticas y notas inquietantes que acompañan la tensión emocional del relato. La música resalta tanto la belleza trágica del romance como la presencia sobrenatural que envuelve a la mansión. Cada nota contribuye a la sensación de estar dentro de un cuento gótico clásico.
La cumbre escarlata (2015) —Crimson Peak— es una obra que brilla por su atmósfera, su estética impecable y su narrativa emocional. No es un simple filme de terror; es una historia de amor y obsesión adornada con fantasmas que buscan la verdad. Una carta de amor al género gótico, tan hermosa como perturbadora.