
Dirigida por Ruth Platt, La huésped maldita (Martyrs Lane) es un inquietante drama de terror británico que combina lo sobrenatural con la sensibilidad emocional. Con un tono íntimo y melancólico, la película explora la pérdida, la culpa y los secretos familiares a través de los ojos de una niña que empieza a sospechar que en su casa hay algo más que recuerdos. Lejos de los sustos fáciles, Platt ofrece una historia de horror atmosférico y profundamente humano.
La trama sigue a Leah (Kiera Thompson), una niña curiosa que vive con su madre Sarah (Denise Gough) en una antigua casa parroquial. Su vida cotidiana parece tranquila, pero el silencio y la distancia emocional de su madre esconden algo oscuro. Una noche, una misteriosa visitante (Sienna Sayer) llega a su ventana, iniciando un juego de confesiones y verdades a cambio de pequeñas piezas de joyería. A medida que Leah se adentra en este vínculo, comienza a descubrir una dolorosa tragedia familiar que cambiará su comprensión del amor y la pérdida.
Kiera Thompson ofrece una interpretación conmovedora, llena de curiosidad infantil y vulnerabilidad, mientras que Denise Gough brilla con una actuación contenida que transmite el peso del duelo sin palabras. La química entre las dos jóvenes protagonistas es el corazón del relato, otorgando humanidad a una historia que podría haber sido puramente terrorífica. Aquí, el miedo nace de lo no dicho y de las heridas que el tiempo no logra curar.
Ruth Platt construye una atmósfera inquietante a partir de luces suaves, pasillos silenciosos y una fotografía que contrasta la inocencia infantil con la presencia espectral. El diseño de producción y la cámara lenta refuerzan la sensación de que lo sobrenatural está íntimamente ligado a las emociones humanas. El resultado es un horror elegante, donde cada plano respira tristeza y misterio.
La banda sonora, discreta pero efectiva, utiliza cuerdas y coros etéreos para intensificar la sensación de soledad. Los sonidos de la casa —puertas que crujen, relojes que marcan el tiempo, ecos de pasos— se integran como parte del lenguaje emocional del filme, convirtiéndose en un personaje más dentro del relato.
La huésped maldita (2021) es un cuento gótico sobre el duelo, contado con sensibilidad y sutileza. Ruth Platt transforma el miedo en una forma de empatía, mostrando que los fantasmas no siempre vienen a aterrorizar, sino a recordarnos lo que perdimos. Una joya silenciosa del terror británico contemporáneo que demuestra que lo más aterrador puede ser, a veces, lo más humano.