
Dirigida por Louisa Warren y estrenada en 2024 con el título original Cinderella’s Curse, esta reinterpretación de uno de los relatos más icónicos de la historia ofrece una visión sangrienta, retorcida y completamente alejada de la versión clásica. En La maldición de Cenicienta (2024), las actuaciones de Kelly Rian Sanson, Chrissie Wunna y Lauren Budd se combinan para construir un cuento de hadas convertido en pesadilla, donde la magia no concede deseos sino que desata una ola de violencia marcada por la obsesión y el deseo de venganza. La película explora la cara más oscura del mito, apostando por un tono de terror directo y provocador.
Esta versión presenta a una protagonista profundamente herida, cansada de abusos y humillaciones que han marcado cada etapa de su vida. Kelly Rian Sanson encarna una Cenicienta que, lejos de ser frágil o resignada, canaliza su sufrimiento en una furia imparable. Su transformación no es mágica, sino emocional, y la película la utiliza como símbolo de víctimas que deciden enfrentar a sus agresores. Su mirada, endurecida por la violencia acumulada, define el tono sombrío del relato.
Las interpretaciones de Chrissie Wunna y Lauren Budd aportan matices al círculo corrupto que rodea a la protagonista. El maltrato psicológico, la envidia y el deseo de control funcionan como motores narrativos dentro de la historia. El filme no se limita a caricaturizar a las figuras antagónicas; más bien, muestra cómo la crueldad doméstica puede ser tan dañina como cualquier maldición sobrenatural. Sus personajes contribuyen a una atmósfera opresiva que se intensifica escena tras escena.
La maldición de Cenicienta (2024) apuesta por un tono visceral, donde la violencia y las imágenes perturbadoras ocupan un lugar protagónico. Louisa Warren utiliza escenarios reducidos, iluminación contrastada y un diseño visual que combina lo grotesco con lo simbólico. Las secuencias de ataques se construyen con un ritmo acelerado y una crudeza que busca impactar al espectador. La película abraza por completo su identidad de terror independiente, sin suavizar sus escenas más extremas.
Lo más llamativo de esta reinterpretación es la demolición total de los elementos románticos del cuento original. Ya no existe un príncipe salvador ni una magia benevolente: aquí la protagonista es tanto víctima como fuerza implacable. Esta subversión permite reflexionar sobre la frustración, la rabia reprimida y la necesidad de liberarse de estructuras abusivas. La cinta toma riesgos narrativos que, aunque polémicos, definen su identidad dentro del género.
El desenlace de La maldición de Cenicienta (2024) no busca consuelo ni cierre emocional. En su lugar, propone una resolución amarga que refuerza la tragedia del personaje y la imposibilidad de escapar totalmente de un pasado traumático. La película termina con una sensación de inquietud, invitando a reflexionar sobre la naturaleza del dolor y la delgada línea entre justicia y venganza. Es un cierre acorde a su tono: sombrío, perturbador y contundente.