
Dirigida por Tim Burton y basada en la novela de Ransom Riggs, Miss Peregrine y los niños peculiares es una fantasía oscura que mezcla magia, aventura y un toque melancólico. La historia sigue a Jake (Asa Butterfield), un adolescente que tras una pérdida familiar, viaja a una remota isla en busca de respuestas. Lo que encuentra allí supera todo lo que imaginó: una casa escondida en un bucle temporal, habitada por niños con habilidades únicas… y protegida por la misteriosa Miss Peregrine (Eva Green).
Cada noche, Miss Peregrine rebobina el tiempo para mantener a salvo a sus peculiares de los huecos, criaturas monstruosas que se alimentan de sus ojos. Jake, con una habilidad especial que aún desconoce, podría ser la clave para enfrentarlos. Mientras se adentra en este mundo oculto, deberá tomar decisiones que afectan tanto el presente como un pasado que se repite sin cesar.
Tim Burton despliega su sello inconfundible: escenarios góticos, personajes extravagantes y una atmósfera entre lo mágico y lo oscuro. La película brilla visualmente, desde el diseño del orfanato hasta las escenas de acción con esqueletones, relojes rotos y cielos llenos de misterio. A pesar de algunos saltos narrativos, el estilo visual es lo que más destaca.
Eva Green impone con su presencia como Miss Peregrine: elegante, protectora y con un aire enigmático. Samuel L. Jackson interpreta al villano con toques siniestros y excéntricos. Cada niño peculiar tiene su habilidad: controlar el fuego, flotar en el aire, revivir cosas muertas o tener una fuerza descomunal… todos aportan al encanto del grupo.
Miss Peregrine y los niños peculiares es una aventura que habla sobre identidad, valentía y el poder de aceptar lo que nos hace diferentes. Aunque no es una película perfecta, su mundo fantástico y su mensaje sobre la importancia de proteger a quienes no encajan la convierten en una experiencia mágica, especialmente para quienes siguen creyendo en lo extraordinario.