
Dirigida por Lars von Trier, Ninfomanía: Primera parte es la primera mitad de una historia provocadora que explora el deseo, la culpa y la identidad sexual femenina sin tabúes. Protagonizada por Charlotte Gainsbourg y Stellan Skarsgård, la película se presenta como una confesión íntima contada con crudeza, humor negro y un estilo narrativo fragmentado característico del director danés.
La historia comienza cuando Seligman (Stellan Skarsgård) encuentra a Joe (Charlotte Gainsbourg) golpeada en un callejón. Ella decide contarle su vida, estructurada en capítulos que narran su despertar sexual desde la infancia, pasando por sus primeros encuentros adolescentes y sus experiencias compulsivas como adulta. A través de estas historias, Lars von Trier mezcla erotismo, reflexión y crítica social, desafiando las convenciones morales y cinematográficas.
Charlotte Gainsbourg ofrece una interpretación valiente y vulnerable, encarnando a una mujer compleja que no busca la aprobación del espectador. Stellan Skarsgård sirve como oyente racional y casi filosófico, contraponiendo su calma analítica a la intensidad de los relatos. Stacy Martin, como la versión joven de Joe, aporta frescura y determinación a las escenas de juventud, cargadas de energía sexual y curiosidad.
Von Trier combina recursos estilísticos poco convencionales: pantallas divididas, animaciones, cortes abruptos y referencias literarias y musicales. La puesta en escena es deliberadamente distante en algunos momentos y profundamente íntima en otros, generando una experiencia cinematográfica que alterna entre lo analítico y lo visceral. La fotografía sobria enfatiza la frialdad emocional detrás de la narración.
La banda sonora mezcla piezas clásicas con momentos de silencio absoluto, subrayando el contraste entre el tono narrativo y el contenido sexual. Cada fragmento musical está cuidadosamente seleccionado para acompañar los capítulos como si fueran movimientos de una sinfonía emocional, reforzando el carácter confesional de la historia.
Ninfomanía: Primera parte (2013) no es una película erótica convencional: es un ensayo cinematográfico sobre el deseo, la vergüenza y la construcción de la identidad a través del sexo. Lars von Trier propone una obra incómoda, provocadora y profundamente humana que invita al espectador a escuchar, juzgar y cuestionarse. Es solo el inicio de un viaje emocional y moral que continuará en su segunda parte.