
Dirigida por Nisha Ganatra y estrenada en 2025 con el título original Freakier Friday, la película retoma la historia iniciada más de dos décadas atrás y vuelve a colocar el caos familiar en el centro del relato. Esta nueva entrega parte de una etapa distinta en la vida de sus protagonistas, donde las responsabilidades, los vínculos y las expectativas han cambiado. El intercambio de cuerpos ya no es solo una experiencia incómoda y divertida, sino una prueba emocional que obliga a los personajes a replantearse quiénes son y cómo se relacionan entre sí.
En Otro viernes de locos, Tess y Anna Coleman regresan interpretadas nuevamente por Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan. La dinámica entre ambas refleja el paso del tiempo y las heridas no siempre resueltas. Anna ya no es una adolescente rebelde, y Tess no es solo una madre estricta; ahora ambas enfrentan dilemas más complejos ligados a la madurez, la independencia y la necesidad de comprender al otro. La película utiliza este vínculo para mostrar cómo los conflictos familiares evolucionan, pero nunca desaparecen del todo.
El nuevo intercambio de cuerpos funciona como un catalizador que desarma rutinas y certezas. Al verse obligadas a vivir la vida de la otra, madre e hija descubren que los problemas actuales no son menos intensos que los del pasado, solo diferentes. La historia explora cómo la empatía surge cuando se experimenta en carne propia el peso de las decisiones ajenas. En este sentido, Otro viernes de locos utiliza la comedia para exponer verdades incómodas sobre el sacrificio, la culpa y la dificultad de comunicarse dentro de una familia.
La película amplía su foco incorporando a una nueva generación dentro de la familia, lo que añade capas adicionales al intercambio. Las responsabilidades parentales, las relaciones sentimentales y la convivencia cotidiana se entrecruzan con el humor característico de la saga. Este contexto permite que el conflicto no se limite solo a dos personajes, sino que se expanda hacia un entorno familiar más amplio. El resultado es un relato que refleja cómo cada generación enfrenta sus propios desafíos, aunque las emociones de fondo sean sorprendentemente similares.
El regreso de Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan es uno de los pilares de la película. Ambas aportan una química que se siente natural y consciente de su propio legado. La interpretación juega con la memoria del público, utilizando gestos y actitudes que remiten al pasado, pero adaptados a una etapa vital distinta. Este equilibrio entre nostalgia y renovación permite que Otro viernes de locos funcione tanto como continuación directa como historia independiente.
El cierre de Otro viernes de locos apuesta por un mensaje conciliador sin caer en soluciones simplistas. La película recuerda que crecer no implica dejar de escuchar, y que la comprensión mutua sigue siendo un desafío constante incluso con los años. Como comedia familiar, combina humor físico, situaciones absurdas y reflexión emocional, ofreciendo una experiencia ligera pero significativa. Su fuerza radica en mostrar que, aunque las circunstancias cambien, la necesidad de empatía y comunicación dentro de la familia sigue siendo tan relevante como siempre.