
Dirigida por Steven Soderbergh y estrenada en 2024 con el título original Presence, Presencia (2024) nos introduce en una vivienda suburbana aparentemente común donde una entidad invisible observa, siente y sufre junto a una familia en plena fractura emocional. A través de una puesta en escena inquietante y profundamente atmosférica, Soderbergh construye un relato donde lo sobrenatural convive con lo íntimo. El espectador sigue a la familia Payne mientras se muda a esta casa cargada de tensiones internas, con actuaciones intensas de Lucy Liu y Chris Sullivan, cuyos personajes arrastran secretos, culpas y heridas que la Presencia percibe con una sensibilidad casi humana.
En Presencia (2024), la entidad que recorre la casa se convierte en el verdadero corazón emocional de la historia. Incapaz de comunicarse de manera directa, percibe el dolor de Chloe, interpretada por Callina Liang, una joven marcada por la pérdida de su amiga Nadia. La Presencia no es violenta, sino protectora: se mueve guiada por una empatía misteriosa, como si estuviera aprendiendo a entender el sufrimiento humano. Esta perspectiva original —un fantasma que siente más de lo que asusta— añade profundidad al relato y convierte cada sombra y cada silencio en un reflejo de la vulnerabilidad compartida.
La casa no es el único lugar cargado de tensión: la familia Payne está fragmentada emocionalmente. Rebekah oculta crímenes financieros, Tyler encubre acciones crueles de su pasado, y Chris intenta sostener un matrimonio que se derrumba. Las heridas emocionales se contaminan entre ellos, y la Presencia las observa con impotencia, testigo silencioso de un hogar que se rompe por dentro. Soderbergh utiliza esta fractura para mostrar cómo el dolor no resuelto se convierte en un fantasma tan real como cualquier entidad sobrenatural.
La llegada de Ryan, interpretado por Eddy Muñoz, marca el punto más oscuro de la historia. Su relación con Tyler y Chloe, marcada por manipulación, drogas y violencia, revela una amenaza mucho más tangible que la Presencia. Su confesión sobre los asesinatos de Nadia y otra joven convierte la película en un thriller psicológico devastador. Mientras la Presencia lucha contra sus propias limitaciones para intervenir, el relato se vuelve un estudio sobre el peligro humano: impredecible, calculado y profundamente destructivo.
Uno de los elementos más poderosos del filme es la imposibilidad de la Presencia para alterar directamente los eventos. Aunque intenta proteger a Chloe, sus esfuerzos se ven frustrados por su propia naturaleza intangible. La aparición de una médium confirma que la entidad percibe el tiempo de forma no lineal y que su presencia busca evitar una tragedia futura. Este conflicto entre intención y capacidad crea una tensión emocional enorme, mostrando que incluso los seres sobrenaturales pueden estar condenados a la impotencia.
El clímax de Presencia (2024) ocurre cuando Tyler, despertado por la Presencia, salva a su hermana Chloe al enfrentarse a Ryan, perdiendo la vida en el proceso. Tiempo después, al abandonar la casa, Rebekah ve el reflejo de Tyler en un espejo, comprendiendo que la Presencia no era un monstruo, sino su hijo, intentando protegerlos desde el otro lado. El final, profundamente emotivo, une duelo, redención y amor en un solo gesto espiritual. La Presencia asciende, dejando atrás la casa, pero no el impacto que tuvo en la familia que intentó salvar.