🩸 Red Rooms: Obsesión perversa (2023)

🚪 Un descenso inquietante a los rincones más oscuros de la mente

Dirigida por Pascal Plante y estrenada en 2023 con el título original Les chambres rouges, esta perturbadora propuesta canadiense explora la obsesión, el trauma y el universo clandestino de los rincones más siniestros de internet. En Red Rooms: Obsesión perversa (2023), seguimos a una joven interpretada por Juliette Gariépy, cuya fascinación por un caso criminal se convierte en una espiral emocional que la arrastra hacia límites peligrosamente difusos. Plante construye un thriller psicológico silencioso, frío y profundamente humano, donde la tensión no proviene de la sangre, sino del vacío emocional y la ambigüedad moral que envuelve a cada personaje.

🧠 Una protagonista atrapada en su propia obsesión

La actuación de Juliette Gariépy es el motor emocional de la película. Su personaje, tímido y hermético, se refugia en la frialdad de su mundo interior mientras desarrolla una obsesión enfermiza por un juicio relacionado con material extremo de la web profunda. Su silencio se vuelve inquietante, sus gestos sutiles revelan una fragilidad que se mezcla con un deseo de control. La película invita al espectador a intentar leer sus emociones, pero siempre desde la incertidumbre, reforzando la sensación de peligro inminente.

⚖️ Un juicio que revela la perversidad del deseo humano

El proceso judicial contra el supuesto responsable de crímenes brutales —interpretado con calma perturbadora por Laurent Lucas— se convierte en escenario central. Las audiencias son tratadas con realismo, sin sensacionalismo, mostrando cómo la fascinación pública por la violencia puede adquirir matices enfermizos. La protagonista asiste día tras día, como si buscara algo que ni ella misma puede definir. El tribunal se transforma en un teatro emocional donde se enfrentan la negación, el morbo y la necesidad desesperada de encontrar sentido a lo inexplicable.

🧩 Una relación ambigua que profundiza el misterio

La conexión de la protagonista con otra joven —interpretada por Eliane Gagnon— abre una subtrama inquietante. Ambas comparten interés por el caso, pero lo viven desde perspectivas distintas: una desde la obsesión silenciosa, la otra desde un deseo de pertenecer a una comunidad que romanticiza los límites del horror. Su vínculo, a la vez frágil y tóxico, expone cómo la soledad emocional puede llevar a justificar lo injustificable. Es una relación que desafía al espectador a interpretar cada gesto como posible complicidad o necesidad.

🕸️ Un mundo digital que se vuelve espejo del alma

Red Rooms: Obsesión perversa (2023) utiliza la estética digital y la atmósfera fría para mostrar cómo internet puede convertirse en un catalizador de obsesiones profundas. El director evita mostrar la violencia explícita; en cambio, se enfoca en su efecto psicológico. Pantallas oscuras, búsquedas inquietantes y silencios prolongados hacen que lo invisible sea más aterrador que cualquier imagen gráfica. La película se convierte en un reflejo de cómo lo digital puede conectar, pero también corroer.

🔥 Un final perturbador que deja preguntas sin resolver

El desenlace es ambiguo y devastador. La protagonista toma decisiones que no se explican con palabras, sino con gestos que revelan hasta dónde ha llegado su obsesión. Nada es conclusivo; todo queda suspendido en un estado de inquietud moral que impregna al espectador incluso después de los créditos. Red Rooms: Obsesión perversa (2023) no ofrece respuestas, solo un retrato perturbador de cómo la fascinación por la oscuridad puede consumir incluso a quienes parecen inofensivos. Es un cierre audaz, inquietante y emocionalmente demoledor.