
Dirigida por Andrew Dominik y protagonizada por Ana de Armas, Rubia (Blonde) es una reinterpretación audaz y profundamente emocional de la vida de Marilyn Monroe. Basada en la novela homónima de Joyce Carol Oates, la película ofrece una mirada ficticia pero visceral a los conflictos internos, traumas y presiones que marcaron a la legendaria actriz. Lejos de ser una biografía convencional, Rubia se presenta como una obra de arte visual y emocional que busca explorar la dualidad entre el mito y la mujer real detrás de él.
La historia recorre la vida de Norma Jeane desde su infancia difícil hasta su ascenso como uno de los mayores símbolos sexuales de Hollywood. A través de una narrativa fragmentada y onírica, la película muestra cómo la fama, el abuso y la soledad fueron consumiendo su identidad. La dualidad entre la figura pública de Marilyn y su verdadera personalidad es el eje central del relato: una mujer atrapada entre la adoración del mundo y su necesidad de amor y aceptación.
Ana de Armas ofrece una interpretación extraordinaria, física y emocionalmente desgarradora. Más allá del parecido visual, la actriz logra capturar la vulnerabilidad, la fragilidad y la humanidad de Marilyn con una entrega total. Su actuación es hipnótica, sosteniendo una película que exige compromiso y empatía por parte del espectador. Su trabajo le valió múltiples nominaciones y elogios de la crítica, consolidándola como una de las actrices más versátiles de su generación.
Andrew Dominik apuesta por una narrativa no lineal, mezclando blanco y negro con color, diferentes formatos de imagen y un montaje experimental que refleja el estado mental de la protagonista. La fotografía de Chayse Irvin es hipnótica, llena de contrastes, simbolismos y composiciones que evocan tanto el glamour del Hollywood clásico como la angustia de su protagonista. Cada plano parece una pintura que expresa más emociones que palabras.
La banda sonora, compuesta por Nick Cave y Warren Ellis, acompaña la historia con una sensibilidad minimalista y melancólica. Los acordes suaves, casi etéreos, refuerzan el tono introspectivo de la película, envolviendo cada escena en una atmósfera de ensueño y tristeza. La música no busca dramatizar, sino acompañar el sufrimiento silencioso de una mujer que fue consumida por su propio mito.
Rubia (2022) no es una biografía tradicional, sino un retrato emocional y simbólico sobre el precio de la fama, la identidad y el abuso del poder. Con una actuación monumental de Ana de Armas y una dirección audaz de Andrew Dominik, la película desafía al espectador con su estilo provocador y su mirada profundamente humana. Una experiencia