
Dirigida nuevamente por Wes Craven y escrita por Kevin Williamson, Scream 2 retoma la historia un año después de los sucesos en Woodsboro. Esta secuela demuestra que el terror puede ser tan ingenioso como sangriento, manteniendo el equilibrio entre el susto, la ironía y el comentario cinematográfico. Más grande, más brutal y más meta que la primera, la película consolida a Scream como una saga que entiende y se ríe del propio género que domina.
Sidney Prescott (Neve Campbell) intenta reconstruir su vida en la universidad, donde estudia teatro y trata de dejar atrás los traumas del pasado. Pero el horror vuelve cuando un nuevo asesino con la máscara de Ghostface aparece, inspirado por los crímenes de Woodsboro y por la reciente película basada en ellos, titulada Stab. Entre fiestas, clases y teléfonos sonando, Sidney vuelve a ser perseguida por una figura que conoce demasiado bien su historia.
Neve Campbell ofrece una actuación aún más madura y emocional, mostrando a una Sidney más fuerte pero profundamente marcada. Courteney Cox regresa como la intrépida periodista Gale Weathers, y David Arquette como el entrañable Dewey, aportando carisma y calidez al caos. Entre las nuevas incorporaciones destacan Sarah Michelle Gellar, Jerry O’Connell y Timothy Olyphant, quienes aportan frescura y nuevas víctimas —o sospechosos— al juego del asesino.
Wes Craven vuelve a jugar con las reglas del género: en Scream 2, los personajes discuten las reglas de las secuelas mientras viven una. Esta meta-narrativa crea un doble nivel de tensión y humor, donde los clichés son tanto homenajeados como subvertidos. La dirección de Craven mantiene el ritmo y la tensión, con secuencias memorables como el ataque en el estudio de sonido y el clímax teatral que simboliza la tragedia de Sidney.
El guion de Williamson eleva la crítica al cine de terror, explorando cómo los medios y la fama alimentan el ciclo de la violencia. La película combina sustos efectivos con diálogos ingeniosos, referencias al cine clásico y escenas que se han vuelto icónicas dentro del género. La mezcla entre horror puro y comentario social mantiene la frescura y la relevancia de la historia.
Scream 2 (1997) logra lo que muchas secuelas no: mantener la esencia del original mientras amplía su universo. Con un elenco sólido, una dirección segura y un guion tan sangriento como inteligente, la película demuestra que el terror puede evolucionar sin perder su filo. Más que una continuación, es una reflexión sobre el propio fenómeno del horror en Hollywood. El juego sigue… y nadie está a salvo.