
Dirigida por Jake Schreier y estrenada en 2025 con el título original Thunderbolts*, Thunderbolts* (2025) presenta una historia intensa donde las conspiraciones, los fracasos institucionales y las heridas del pasado convergen en una explosión emocional que envuelve a un grupo de antihéroes marcados por decisiones que no eligieron. Yelena Belova, John Walker, Ava Starr y Taskmaster son enviados a una misión bajo falsas promesas, solo para descubrir que Valentina Allegra de Fontaine pretende eliminarlos y borrar toda evidencia de sus crímenes. La traición desencadena un viaje frenético donde la supervivencia es apenas el primer paso hacia la verdad, y donde un hombre misterioso llamado Bob se convierte en el eje de un conflicto que supera todo entendimiento humano.
Los Thunderbolts no existen por elección, sino por necesidad. Unidos por la rabia hacia un sistema que los utiliza y luego intenta desecharlos, este grupo improvisado encuentra en la adversidad una chispa común que los invita a permanecer juntos. El rescate inesperado de Yelena, Walker y Ava por parte de Alexei Shostakov cimenta el origen del equipo, bautizado en honor al espíritu indomable de la joven viuda negra. Sus tensiones internas, sus culpas y su desconfianza mutua forman la compleja base emocional que sostiene cada una de sus decisiones a lo largo de la historia.
El personaje de Bob impulsa el conflicto central: un hombre que, tras sobrevivir a los experimentos del proyecto Sentry, posee un poder devastador que ni él mismo comprende. Su indestructibilidad inicial pronto se transforma en un espiral trágico cuando la manipulación emocional y la presión mediática lo llevan a desarrollar delirios de grandeza. Pero lo más inquietante no es su fuerza, sino el nacimiento del Void, una manifestación oscura de su trauma y depresión que convierte Nueva York en un laberinto de memorias dolorosas donde cada ciudadano enfrenta su propio infierno personal.
La aparición del Void redefine la escala emocional de la película. No es solo un enemigo físico, sino un reflejo devastador de la mente rota de Bob. Sus poderes distorsionan la realidad, sumergiendo la ciudad en dimensiones hechas de recuerdos traumáticos. Cuando Yelena se adentra en la oscuridad para alcanzarlo, la película revela su corazón más vulnerable: la confrontación con sus propios fantasmas como Black Widow y la empatía genuina hacia un hombre que solo buscaba mejorar su vida. La llegada del resto del equipo a ese espacio mental demuestra que incluso los rotos pueden sostener a los que se están derrumbando.
La acción no es gratuita: cada enfrentamiento refleja un avance emocional. Los Thunderbolts, antes temidos o descartados, enfrentan sus límites mientras luchan contra un poder que simboliza la desesperación humana. La tensión crece cuando la propia Val, al perder el control sobre su creación, expone la fragilidad del poder político disfrazado de heroísmo. La caída del Sentry y la lucha final contra el Void funcionan como un espejo emocional donde cada personaje descubre lo que realmente puede aportar a un mundo que nunca los aceptó completamente.
El final de Thunderbolts* (2025) ofrece una mezcla de ironía y esperanza. Aunque derrotan al Void y exponen los crímenes de Val, ella manipula la narrativa pública y convierte al grupo en los “Nuevos Vengadores”, obligándolos a aceptar un papel que no buscaban. Pero Yelena deja claro que no permitirán más traiciones. En la escena post-créditos, la llegada de un mensaje de una nave interdimensional con un gran “4” abre una puerta monumental hacia el futuro. Es un cierre que honra la oscuridad emocional del equipo, su inesperada lealtad y la promesa de un nuevo capítulo dentro de un universo que aún no sabe qué hacer con ellos.