
Tomorrowland es una aventura de ciencia ficción con alma soñadora. Dirigida por Brad Bird (Los Increíbles, Misión Imposible 4) y coescrita con Damon Lindelof, la película se inspira en una de las zonas más emblemáticas de los parques Disney. Pero más allá del guiño nostálgico, esta historia nos invita a imaginar un futuro mejor… antes de que sea demasiado tarde.
La protagonista es Casey Newton (Britt Robertson), una adolescente brillante y obstinada, que encuentra un misterioso pin que, al tocarlo, la transporta brevemente a otro mundo: Tomorrowland. Con la ayuda de Frank Walker (George Clooney), un inventor amargado con un pasado oculto, y una misteriosa niña llamada Athena, Casey se embarca en una misión para descubrir por qué el mundo que vio… parece estar desapareciendo.
Visualmente, la película es un festín: torres relucientes, transportes imposibles, robótica avanzada y una estética retrofuturista que recuerda al optimismo tecnológico de los años 60. Tomorrowland no es un mundo distópico: es una visión de lo que podríamos lograr si apostáramos por la creatividad, la ciencia y el pensamiento positivo.
Clooney aporta emoción contenida al papel de Frank, un hombre marcado por la decepción. Robertson, en cambio, representa la esperanza, con una energía contagiosa y creíble. Su dinámica, junto con la presencia enigmática de Athena (Raffey Cassidy), es el motor narrativo de la historia. No es una relación romántica, sino intergeneracional: un traspaso de visión y fe en el porvenir.
A diferencia de muchas películas futuristas que caen en el pesimismo, Tomorrowland apuesta por el optimismo. Su mensaje es claro: el futuro no está escrito, pero nuestras decisiones lo construyen todos los días. ¿Qué pasaría si, en lugar de resignarnos al desastre, apostáramos por imaginar soluciones? Es ciencia ficción, sí, pero también una invitación al cambio real.
Tomorrowland no fue un éxito de taquilla, en parte porque no sigue los códigos clásicos de acción o superhéroes. Es una película más reflexiva que explosiva, más idealista que cínica. Pero para quienes conectan con su propuesta, es una joya única en el catálogo Disney: un recordatorio de que soñar no solo está bien… es urgente.