
Dirigida por Josh Cooley y estrenada en 2024 con el título original Transformers One, esta película animada se adentra en los inicios de la rivalidad entre Optimus Prime y Megatron, antes de convertirse en líderes enfrentados de Autobots y Decepticons. Con una narrativa emocional, visualmente impactante y centrada en el pasado de Cybertron, el filme ofrece la historia de un vínculo que comenzó como hermandad y terminó marcando el destino de todo un universo.
La película muestra un Cybertron lleno de vida, energía y tecnología en equilibrio. Las ciudades relucen con arquitectura imponente; las minas de energón laten como el corazón del planeta; los cielos están llenos de naves que se desplazan como enjambres luminosos. La animación aprovecha cada detalle para construir un planeta que respira historia. Es un contraste potente con la devastación que conoceremos en entregas posteriores, mostrando un hogar que alguna vez estuvo lleno de esperanza.
El eje emocional del filme es la relación entre Orion Pax (el futuro Optimus Prime) y D-16 (quien se convertirá en Megatron). Ambos aparecen como trabajadores, soñadores y aliados que buscan justicia para un sistema que oprime a los sectores más vulnerables del planeta. Su amistad es genuina, llena de humor, complicidad y un sentido compartido de propósito. Pero la ambición, la desigualdad y las fuerzas corruptas de Cybertron plantan las semillas que los llevarán por caminos opuestos.
La historia profundiza en la estructura social de Cybertron: castas rígidas, funciones predeterminadas y una élite que controla los recursos. Orion busca reformar pacíficamente el sistema; D-16 quiere derribarlo a cualquier costo. Esa diferencia de enfoques —no la maldad— es la chispa que transforma su hermandad en conflicto. La película aborda estos temas con madurez, mostrando que incluso los héroes y villanos más icónicos empezaron como individuos con ideales quebrados.
Cada secuencia de acción está diseñada con un estilo fluido, potente y espectacular. Transformaciones rápidas, combates cuerpo a cuerpo, energía chispeante, persecuciones en túneles profundos y explosiones que iluminan el oscuro interior del planeta. El estilo visual mezcla iluminación dramática con texturas metálicas que hacen que los robots se sientan pesados, reales y llenos de personalidad. La animación se convierte en un homenaje al diseño clásico, pero con un acabado moderno que deslumbra.
El clímax muestra el punto exacto en el que la hermandad se rompe: no por odio inmediato, sino por dolor, traición y visiones opuestas del futuro. Orion acepta su responsabilidad como símbolo de esperanza, mientras D-16 abraza su destino como fuerza de ruptura. La película termina en un tono épico y melancólico, dejando claro que la guerra entre Autobots y Decepticons no nació del simple bien contra mal, sino del choque devastador de dos almas destinadas a cambiar el universo.