
Dirigida por Roar Uthaug y estrenada en 2025 con el título original Troll 2, la película retoma los acontecimientos posteriores al despertar del trol que sacudió Noruega años atrás. Lejos de haber desaparecido por completo, la amenaza latente vuelve a manifestarse cuando nuevas alteraciones geológicas despiertan fuerzas aún más antiguas. El film deja claro desde el inicio que lo ocurrido antes no fue un accidente aislado, sino el primer aviso de un conflicto mucho mayor entre la humanidad y aquello que duerme bajo la tierra.
Nora Tidemann vuelve a ocupar un rol central, esta vez cargando con el peso de haber sobrevivido al primer desastre. Las advertencias del pasado fueron archivadas, minimizadas o utilizadas solo como anécdota científica, y ese descuido permite que el peligro resurja. La película refuerza la idea de que el conocimiento sin acción es inútil, y que las leyendas no eran metáforas, sino registros de una convivencia forzada entre humanos y criaturas ancestrales.
Esta vez, la escala del peligro se amplía. No se trata solo de un único trol desorientado, sino de la posibilidad de que existan más, despertando como respuesta a la explotación del territorio. La película intensifica el suspense mostrando cómo la destrucción ya no es localizada, sino progresiva. Ciudades, infraestructuras y zonas naturales se convierten en escenarios de una confrontación que la humanidad no puede ganar solo con tecnología o armamento.
El relato pone especial énfasis en las reacciones políticas y militares frente a lo desconocido. Las autoridades repiten errores del pasado, priorizando el control y la fuerza sobre la comprensión. En contraste, los personajes que apuestan por escuchar la historia y el folclore se convierten en las únicas voces con respuestas reales. La película plantea un dilema claro: dominar la naturaleza o aceptar que nunca estuvo bajo control.
El enfrentamiento central no se define únicamente por la acción, sino por la confrontación ideológica. La ciencia moderna choca con el conocimiento ancestral, y el film sugiere que la verdadera amenaza no es el trol, sino la soberbia humana al creer que todo puede ser explicado, explotado o destruido. Cada intento de imponer fuerza acelera el desastre, empujando a los personajes a reconsiderar su relación con el entorno.
El desenlace de Trol 2 no ofrece una victoria definitiva. Aunque la amenaza inmediata es contenida, la película deja claro que la coexistencia con lo antiguo es frágil y temporal. El mito permanece vivo, observando y esperando. El cierre funciona como advertencia y promesa: mientras la humanidad continúe ignorando las señales del pasado, los gigantes dormidos siempre encontrarán la forma de despertar.