
Dirigida por David Frankel y basada en la novela de Lauren Weisberger, El diablo viste a la moda es una comedia dramática ambientada en el competitivo mundo editorial de la moda neoyorquina. Protagonizada por Anne Hathaway y Meryl Streep, la película combina humor, crítica social y glamour para explorar cómo el éxito profesional puede transformar nuestras prioridades personales.
Andrea “Andy” Sachs (Anne Hathaway) es una joven periodista recién graduada que consigue un puesto como asistente de Miranda Priestly (Meryl Streep), la poderosa y temida editora en jefe de la revista Runway. Sin conocimientos de moda pero con ambición, Andy se ve inmersa en un entorno frenético donde la perfección es la norma. A medida que asciende en la redacción, debe decidir hasta qué punto está dispuesta a cambiar para encajar en ese mundo.
Meryl Streep ofrece una actuación magistral como Miranda Priestly, construyendo un personaje frío, imponente y sutilmente complejo, que le valió una nominación al Oscar. Anne Hathaway brilla como la protagonista en transformación, pasando de ingenua a sofisticada sin perder humanidad. Emily Blunt roba escenas como la sarcástica Emily, y Stanley Tucci aporta calidez y sabiduría como Nigel.
La película destaca por su espectacular dirección de arte y vestuario: cada look, desfile y oficina transmite el poder y la estética del mundo de la moda de alto nivel. Los escenarios de Nueva York y París sirven como telón de fondo para una historia que equilibra el lujo visual con los dilemas internos de la protagonista.
La banda sonora mezcla temas pop de mediados de los 2000 con piezas elegantes que acompañan el ritmo vertiginoso de la redacción y los desfiles. Canciones como “Vogue” de Madonna y los temas instrumentales refuerzan la energía juvenil y sofisticada que define el tono de la película.
El diablo viste a la moda (2006) es mucho más que una historia sobre moda: es un retrato inteligente y divertido sobre identidad, ambición y los sacrificios que implica el éxito. Con actuaciones brillantes, diálogos afilados y un estilo visual irresistible, se ha convertido en un clásico moderno que sigue vigente por su crítica sutil al mundo laboral competitivo.