
El joven manos de tijera, dirigida por Tim Burton, es una fábula moderna con estética gótica y alma dulce. Protagonizada por Johnny Depp en uno de sus papeles más icónicos, la historia nos presenta a Edward, una creación inacabada que vive solo en una mansión en la cima de una colina. Tiene el corazón de un niño… pero manos hechas de afiladas tijeras.
Todo cambia cuando Peg (Dianne Wiest), una amable vendedora puerta a puerta, lo encuentra y lo lleva a su casa, en una colorida y rígida comunidad suburbana. Allí, Edward se convierte en sensación: corta arbustos como esculturas, peina perros… y hasta hace arte con el cabello. Pero no todo es tan ideal. A medida que Edward se enamora de Kim (Winona Ryder), hija de Peg, la desconfianza de los vecinos empieza a crecer.
Depp ofrece una actuación casi silenciosa pero profundamente expresiva. Edward es torpe, tierno y vulnerable. Sus gestos, miradas y silencios dicen más que mil palabras. Winona Ryder también brilla como Kim, la chica que aprende a mirar más allá del miedo y el prejuicio.
Burton construye un mundo visual único: casas de colores pastel, jardines simétricos, vecinas chismosas y una mansión oscura y desordenada que parece sacada de otro plano. Ese contraste entre lo “normal” y lo diferente es el corazón de la película. La estética es tan potente que cada plano parece ilustrado.
La banda sonora compuesta por Danny Elfman es simplemente mágica. Melancólica, dulce y onírica, acompaña cada escena como si fuera una caricia. Es imposible olvidar el momento del baile bajo la nieve… una de las secuencias más hermosas del cine noventero.
El joven manos de tijera no es solo una historia de amor. Es una metáfora sobre la diferencia, el miedo a lo desconocido y el deseo de pertenecer. Edward no es monstruoso; es el mundo el que no sabe cómo tratar lo que no encaja. Es una película que te rompe el corazón y te lo cose al mismo tiempo.
Ideal para ver en invierno, con el corazón abierto y los ojos bien atentos. El joven manos de tijera es uno de esos relatos que no pasan de moda porque hablan de emociones universales: la soledad, el amor imposible, la crueldad disfrazada de cortesía… y la belleza de ser diferente.