
En la Londres de los años 30, marcada por la Gran Depresión, la familia Banks enfrenta problemas económicos y emocionales. Michael Banks, ahora adulto, vive en la casa de su infancia junto a sus tres hijos. La tragedia y la presión del banco amenazan con arrebatarles su hogar, hasta que una figura del pasado reaparece flotando entre las nubes: Mary Poppins. Con su paraguas, su bolso sin fondo y su inquebrantable optimismo, llega para devolver la alegría, la imaginación y la esperanza a la familia.
Dirigida por Rob Marshall, esta cinta rinde homenaje a la película original de 1964 mientras introduce nuevas canciones, coreografías y escenarios. Emily Blunt asume el reto de dar vida a Mary Poppins con un equilibrio perfecto entre elegancia, misterio y picardía. A su lado, Lin-Manuel Miranda interpreta a Jack, un farolero optimista que ayuda a guiar a los niños en sus aventuras mágicas.
La banda sonora, compuesta por Marc Shaiman y Scott Wittman, ofrece números vibrantes como “Trip a Little Light Fantastic” y momentos más íntimos como “The Place Where Lost Things Go”. La música se convierte en un puente emocional que conecta el humor, la ternura y la nostalgia, llevando al espectador por un viaje musical tan encantador como la propia Mary.
El filme recupera la magia del cine clásico combinando acción real con secuencias de animación dibujadas a mano, un guiño directo al estilo de la película original. Los colores brillantes, el vestuario meticuloso y los elaborados números coreográficos transportan al público a un mundo donde lo imposible se siente natural.
Más allá de sus fantasías, El regreso de Mary Poppins habla de resiliencia, unión familiar y la importancia de mantener viva la imaginación incluso en tiempos difíciles. Los niños Banks aprenden que la magia no solo vive en los objetos encantados, sino también en los actos de bondad y en la forma de ver el mundo.
Esta secuela no intenta reemplazar a la original, sino expandir su universo con respeto y cariño. Es una carta de amor a la creatividad y a la capacidad de encontrar luz en los días más oscuros. Ideal para quienes crecieron con Mary Poppins y para las nuevas generaciones que descubrirán, por primera vez, que con un poco de azúcar… todo problema sabe mejor.