
Dirigida por Ridley Scott, Hannibal (título original: Hannibal) es la esperada secuela de El silencio de los inocentes (1991), basada en la novela de Thomas Harris. Diez años después del encuentro entre la agente Clarice Starling y el Dr. Hannibal Lecter, esta película retoma la historia del asesino más culto y refinado del cine, ahora libre y viviendo en Europa. Con Anthony Hopkins retomando su icónico papel y Julianne Moore como la nueva Clarice, la película combina thriller, drama y horror con el sello visual inconfundible de Ridley Scott.
Tras años prófugo, Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) lleva una vida de aparente calma en Florencia bajo una nueva identidad, trabajando como académico de arte. Mientras tanto, en Estados Unidos, la agente del FBI Clarice Starling (Julianne Moore) enfrenta el descrédito profesional tras un operativo fallido. Su destino vuelve a cruzarse con el del Dr. Lecter cuando Mason Verger (Gary Oldman), un excéntrico y desfigurado millonario que sobrevivió a los horrores del caníbal, pone en marcha una venganza tan cruel como obsesiva. Lo que sigue es un juego de inteligencia, deseo y sangre entre la cazadora y su presa.
Anthony Hopkins vuelve a dominar la pantalla con una actuación cargada de elegancia, ironía y peligro. Su Hannibal es más libre, filosófico y carnal, un hombre que se mueve entre el placer y la crueldad con la serenidad de un artista. Julianne Moore aporta una versión más madura y endurecida de Clarice Starling, atrapada entre la moral y la fascinación que siente hacia el asesino. Gary Oldman, irreconocible bajo el maquillaje, ofrece una interpretación grotesca y fascinante como el vengativo Verger, completando un triángulo de obsesiones mortales.
Ridley Scott transforma la historia en un festín visual de horror estético. La ambientación europea, especialmente las calles y museos de Florencia, se combinan con una dirección de arte exquisita que contrasta la belleza clásica con la brutalidad del crimen. La fotografía de John Mathieson emplea tonos dorados, rojos y sombras profundas que dan a la película un aire operático. Cada escena está compuesta con la precisión de una pintura renacentista, donde la violencia se muestra con un extraño sentido del arte.
La música compuesta por Hans Zimmer aporta un tono majestuoso y trágico. Las cuerdas, los coros y las melodías oscuras crean una atmósfera hipnótica que envuelve la mente del espectador. Zimmer mezcla lo romántico con lo infernal, reforzando la idea de que Lecter es tanto un monstruo como un amante de la belleza. El resultado es una experiencia sensorial tan elegante como perturbadora.
Hannibal (2001) —Hannibal— es una secuela más oscura, barroca y visualmente impactante que su predecesora. Ridley Scott lleva la historia a un terreno donde el horror se confunde con el deseo y la moral se disuelve ante la fascinación por el mal. Aunque más polémica y explícita que El silencio de los inocentes, la película logra consolidar la figura de Hannibal Lecter como uno de los villanos más complejos, carismáticos y atemporales del cine. Un banquete cinematográfico para los sentidos… y para el alma.