
Charles, interpretado por Tim Key, es un excéntrico ganador de la lotería que vive en la remota Wallis Island. Con una mezcla de timidez y fascinación obsesiva, sueña con reunir a su dúo de folk favorito, McGwyer & Mortimer—compuesto por Herb (Tom Basden) y Nell (Carey Mulligan)—en un concierto privado solo para él.
Cuando Herb llega a la isla en barco, descubre que no hay una multitud esperando: solo Charles. Poco después, aparece Nell, acompañada por su esposo, y la tensión comienza a construirse. El reencuentro entre los excompañeros está cargado de recuerdos, heridas emocionales y secretos no resueltos. Además, una tormenta repentina deja atrapados a todos en la isla, forzándolos a convivir durante el evento más inusual de sus vidas.
Herb, dividido entre el impulso de cumplir con el encargo y las emociones del pasado, revive su compleja relación con Nell. Charles, por su parte, oculta su propio duelo personal, marcado por la pérdida de su esposa. En este ambiente íntimo, la música se convierte en el canal por el que los personajes se enfrentan a sus verdades más profundas.
Con un tono agridulce y una estética minimalista, la película combina humor británico con una sensibilidad emocional muy genuina. Tim Key brilla con su torpeza entrañable, mientras que Tom Basden aporta una seriedad contenida que equilibra la historia. Carey Mulligan destaca en cada aparición, dando fuerza y profundidad a su personaje.
La balada de la isla es un drama musical que habla de la soledad, el poder sanador de la música y las segundas oportunidades. Sin efectos grandilocuentes ni grandes artificios, logra emocionar con sinceridad. Una película pequeña en escala, pero enorme en corazón.