
Dirigida por Fede Álvarez, La chica en la telaraña (The Girl in the Spider’s Web) retoma el universo de Lisbeth Salander en una nueva historia de espionaje, traición y venganza. Basada en la novela de David Lagercrantz, que continúa la saga original de Stieg Larsson, la película propone una mirada más orientada a la acción que al misterio. Con Claire Foy asumiendo el papel de la hacker sueca, la cinta combina intriga tecnológica con un tono más cercano al thriller de espionaje moderno.
La historia comienza cuando Lisbeth Salander, ahora una justiciera digital que castiga a abusadores y criminales, acepta un encargo para recuperar un programa capaz de controlar armas nucleares en todo el mundo. Lo que parece una misión más se convierte en una pesadilla personal cuando un grupo criminal conocido como La Telaraña entra en juego. Pronto, Lisbeth se enfrenta no solo a agentes corruptos y asesinos implacables, sino también a los fantasmas de su infancia y a su hermana perdida, convertida en su mayor enemiga.
Claire Foy ofrece una interpretación sólida y contenida, alejándose del tono gélido de Rooney Mara para mostrar una versión más emocional y atormentada de Lisbeth. Su personaje mantiene la inteligencia y el coraje que la definen, pero con una vulnerabilidad más visible. Aunque la película apuesta por la acción y el espionaje, Foy logra mantener viva la esencia rebelde y solitaria de la protagonista, adaptándola a un contexto más contemporáneo y tecnológico.
Fede Álvarez, conocido por No respires y Posesión infernal, imprime su sello visual con escenas llenas de tensión, persecuciones intensas y un estilo visual frío y elegante. La acción se combina con una atmósfera de suspenso constante, donde la nieve, la oscuridad y la tecnología se mezclan en un escenario de intriga global. Aunque el ritmo es más acelerado que en las entregas anteriores, algunas secuencias destacan por su espectacularidad y precisión visual.
A diferencia de la densidad psicológica de La chica del dragón tatuado, esta película apuesta por un enfoque más comercial, con más acción y menos introspección. El resultado es un thriller eficaz, aunque menos profundo, que se disfruta por su dinamismo y su puesta en escena. Fede Álvarez ofrece un espectáculo bien ejecutado, aunque el guion sacrifica parte de la complejidad que hacía fascinante al personaje de Salander.