
Dirigida por Chris Sanders y estrenada en 2024 con el título original The Wild Robot, esta película de animación adapta la novela de Peter Brown para narrar la historia de Roz, un robot que despierta en una isla desierta tras un accidente. Diseñada para la eficiencia y la obediencia, Roz descubre que la supervivencia en un entorno salvaje requiere algo más que programación: necesita aprender de los animales, del clima, del miedo… y del amor. Con una estética conmovedora y una narrativa profundamente emocional, el filme explora la evolución de una máquina que, poco a poco, se convierte en más humana que muchos seres vivos.
La película retrata la isla como un ecosistema vibrante y a la vez hostil. Bosques densos, acantilados afilados y criaturas que defienden su territorio convierten cada paso de Roz en un desafío. La animación resalta los ciclos naturales, la belleza del amanecer, el rugido de las tormentas y la crudeza del invierno. A medida que Roz observa y aprende, comprende que sobrevivir significa adaptarse, y adaptarse implica formar parte de un mundo que jamás la pidió.
El corazón de la historia surge cuando Roz adopta a un pequeño ganso huérfano. Esa decisión —contraria a toda lógica robótica— abre la puerta a una transformación emocional profunda. Mientras aprende a ser madre, Roz descubre conceptos como el sacrificio, la ternura, la culpa y la alegría. La isla presencia el crecimiento del pequeño Brightbill, así como el crecimiento interior de Roz, en un vínculo que se vuelve tan dulce como inolvidable.
El filme profundiza en la importancia de la empatía y la autoexploración. Roz comienza a cuestionar su origen, su función y su futuro. ¿Es solo una herramienta? ¿Puede elegir quién quiere ser? La presencia de la tecnología contrasta con la sabiduría de la naturaleza, creando una reflexión conmovedora sobre la vida, la libertad y la consciencia. La película aborda estas preguntas sin perder su tono emocional, ofreciendo momentos que invitan a pensar tanto como a sentir.
Justo cuando Roz se ha ganado el respeto y el cariño de los animales, una fuerza externa irrumpe para reclamarla. La llegada de otros robots —más fríos y obedientes— desencadena escenas de acción donde la protagonista debe enfrentar su propio origen y tomar decisiones que pondrán en peligro todo lo que ama. La isla, antes solo un refugio, se convierte en un campo de batalla donde cada criatura tiene algo que perder.
El cierre es tan emotivo como devastador. Roz, consciente de su responsabilidad y del amor que ha desarrollado, acepta un destino que la aleja de aquello que más desea proteger. El sacrificio, la despedida y la esperanza se entrelazan en un desenlace que honra su evolución. “Robot salvaje” termina con un mensaje poderoso: la humanidad no se define por la biología, sino por la capacidad de amar, elegir y cambiar.