
Dirigida por un conjunto de realizadores del cine independiente —entre ellos Simon Barrett, Adam Wingard, Gareth Evans, Timo Tjahjanto y Eduardo Sánchez—, V/H/S/2 eleva la apuesta del terror experimental que inició su antecesora. Con una estructura similar, esta secuela amplía el concepto de las cintas malditas con historias más ambiciosas, visualmente impactantes y emocionalmente perturbadoras. Es un descenso al horror sin pausa, tan creativo como brutal.
La trama marco sigue a dos investigadores privados que irrumpen en una casa buscando a un estudiante desaparecido. Allí encuentran una pila de televisores encendidos y múltiples grabaciones que revelan horrores indecibles. A medida que observan las cintas, la línea entre lo grabado y lo real comienza a desvanecerse, envolviéndolos en un círculo de terror sin escape.
Cada segmento presenta un tipo distinto de pesadilla, pero todos comparten la sensación de inmediatez y desesperación:
V/H/S/2 conserva el formato found footage, pero lo lleva al límite con cámaras en primera persona, drones, videocámaras caseras y dispositivos digitales. Cada historia aprovecha el estilo visual para aumentar la tensión, sumergiendo al espectador en un torbellino de gritos, luces y sangre. La dirección de Gareth Evans y Timo Tjahjanto destaca especialmente por su dinamismo y su atmósfera infernal.
A diferencia de la primera entrega, V/H/S/2 es más directa, más sangrienta y mucho más impactante. Las secuencias de acción, las criaturas y los efectos prácticos sorprenden por su realismo y su crudeza. No hay espacio para el descanso: cada historia golpea con un ritmo feroz, y la película se disfruta como un carnaval oscuro de pesadillas tecnológicas y sobrenaturales.
Estrenada en 2013, V/H/S/2 se consolidó como una de las antologías de terror más admiradas de su década. Mantiene la esencia del proyecto original —cine independiente, bajo presupuesto y creatividad desbordante—, pero la eleva con ambición y estilo. Una experiencia perturbadora, visualmente intensa y emocionalmente agotadora. Si la primera cinta era un experimento, esta es su perfección infernal.